oiv. sometimes i feel like i don't belong anywhere

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oiv. capítulo cuatro

❝  a veces siento que no pertenezco a ninguna parte ❞

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❝  a veces siento que no pertenezco a ninguna parte

— ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?.

Ophelia levantó la cabeza observando a Jon algo confundida, mientras el chico a su vez la miraba algo tímido y temeroso.

— Estoy quitandome las botas — Contestó con obviedad, volviendo a concentrarse en su calzado —. No voy a quitarme la ropa, si eso es lo que te asusta, sólo quiero meter los pies en el agua.

Un rubor apenas notable se extendió por las mejillas del chico. Apenas llevaban poco más de una hora hablando, pero la chica ya había entrado en confianza, tal y como lo hacía siempre. Ella le había hablado sobre Desembarco del Rey y Bastión de Tormentas, y Jon le había contado como encontraron a su lobo huargo, mientras recorrían el bosque. Se detuvieron cuando encontraron un pozo de aguas termales, y Ophelia bajó de su montura para sentarse en el suelo y sacarse sus botas, emocionada por sentir el agua caliente en sus pies.

Una vez que se despojó de sus zapatos y sus medias, se acercó un poco más al pozo, y metió sus pies, sintiendo el agua caliente. Cerró los ojos y soltó un suspiro de relajación.

— Esto es asombroso — Dijo ella. Giró para observar al joven, que aún se encontraba parado —. Ven, Jon, siéntate conmigo — Pidió amablemente, señalando el lugar a su lado.

Él dudo un instante, sin embargo, se sentó junto a ella, se quitó sus botas en silencio y metió los pies en el agua. Ophelia pudo oírlo suspirar.

— Invernalia es tan lindo y pacífico — Habló la joven —, no quiero irme aún.

— ¿Partirán tan pronto? — Cuestionó él.

— No, aún no, pero ten por seguro que en cuanto tu padre acepte ser la Mano del Rey, Robert querrá irse — Contestó Ophelia. Entrecerró sus ojos, sintiendo como el viento le golpeaba el cabello —. Detesta el frío, al igual que Cersei y los niños, y digamos que la Reina no está muy entusiasmada por quedarse mucho tiempo más.

Jon asintió levemente con la cabeza —. Mi padre estaba sorprendido, él dijo que creía que tú serías la nueva mano.

Ella soltó una risa.

— Ojalá fuera así — Dijo sonriente —, pero el consejo no estaría de acuerdo, me detestan — Observó a Jon, mientras una duda surcaba su mente —. Tengo una pregunta — Él la miró a los ojos —. Cuando tu padre venga a Desembarco con nosotros, ¿qué harás tú?.

El volvió a suspirar, y observó el agua.

— No iré a Desembarco del Rey, pero tampoco me quedaré aquí — Respondió con simpleza —. Quiero unirme a la Guardia de la Noche.

Los ojos de la castaña se abrieron con total sorpresa, sin creer lo que escuchaba.

— ¿Qué?, ¿lo dices en serio? — Preguntó sorprendida —. ¿Eres consciente de todo lo que implica?.

— Moriré vistiendo el negro.

— Y siendo virgen — Soltó ella sin pudor alguno. Jon la miró entre sorprendido y avergonzado —. No tendrás tierras ni hijos, y no podrás volver a tocar a una mujer, ¿estás dispuesto a hacer eso?.

— ¿Cómo estás tan segura de que soy...? — Él dejó la pregunta en el aire, aunque ella lo entendió.

— Sólo es una suposición — Contestó la castaña —. Pero, hablando en serio, ¿estás seguro de que quieres hacer eso?, tendrás que dejar tu hogar.

Él la miró, y los ojos verdes de ella se encontraron con los grises de él.

— A veces, no siento que pertenezco aquí — Dijo de forma sincera —. Pero quizás en el muro sea diferente, quizás a nadie le importe de donde vengo o si soy un bastardo, quizás sea más fácil, ¿entiendes?.

No supo porque, pero cuando vió la sinceridad en los ojos de Jon, Ophelia sintió la necesidad de confiar en él, así como él estaba confiando en ella contándole ese pensamiento que lo atormentaba.

— Entiendo — Asintió lentamente —. Siendo sincera, yo tampoco siento que pertenezco a Desembarco del Rey — Él la miró con atención —. A veces... a veces siento que no pertenezco a ninguna parte — Dirigió su mirada al cielo, fragmentado por las ramas de los árboles —. Desembarco del Rey no es un lugar al que me gustaría llamar hogar, pero a diferencia de mis hermanos, no tengo ningún lugar que me pertenezca — Hizo una pausa —. Stannis tiene a Rocadragón, y Renly a Bastión de Tormentas, ¿pero yo?, yo no tengo nada más que una habitación dentro de la fortaleza, y no sé por cuanto tiempo más la tendré.

Quizás sonara demasiado materialista o interesada, pero no quería depender de nadie más que no fuera ella, y el no tener ninguna posesión no ayudaba mucho.

— Es por eso que el Rey quería comprometerte con Robb, ¿verdad?.

Ella asintió.

— Pero yo no quiero eso — Contestó, está vez mirándolo a los ojos —. Ni siquiera conozco a tu hermano, y además, el matrimonio no es algo que me agrade mucho.

— ¿Por qué?.

— Digamos que no es lo que deseo para mí — Mintió, sin atreverse a seguir hablando.

Se hizo el silencio por unos segundos, hasta que Jon decidió romperlo.

— No sé que es lo que vaya a decidir el Rey, pero te aseguro que Robb es bueno — Habló él. En el poco tiempo que llevaban hablando, Ophelia había notado que el chico era una persona de pocas palabras, pero cuando hablaba, decía lo necesario —. Si te casas con él... Será un buen esposo.

Ella hizo una mueca. Había notado que el heredero de Invernalia era alguien muy correcto, y no dudaba que fuera una buena persona y mucho menos un buen esposo. Pero ese no era el problema.

— Pero yo no — Confesó ella. No sabía porque, pero simplemente lo dijo —. No seré una buena esposa, no estoy hecha para eso, nadie me ha enseñado a serlo.

— ¿No? — Preguntó él, algo con confundido —. ¿Y qué se supone que te enseñaron?.

— A pelear — Contestó con simpleza —. Uso la espada desde que tengo memoria, podría hasta pelear con los ojos cerrados, pero soy inútil a la hora de usar una aguja, o bailar, o cantar, o lo que sea que una dama haga — Suspiró, mirando el cielo nuevamente —. Saber pelear es lo único de lo que me siento orgullosa.

— Debes hacerlo muy bien — Dijo Jon, intentando levantarle los ánimos. Ophelia lo miró con una ceja alzada y una pequeña sonrisa, y él se dió cuenta de lo mal que había sonado ese comentario —. Usar la espada, digo.

La castaña soltó una risa, negando con la cabeza repetidas veces.

— Se sigue oyendo fatal — Le dijo ella, observando como el sonreía con las mejillas sonrojadas —. Pero podríamos probar — Contestó de forma burlona —. Pelear, digo, podríamos pelear.

Esta vez, fue él quien soltó una risa. Ella sonrió observando como sus ojos se achinaban mientras reía.

— Me gustaría — Respondió el aún sonríente. Sacó sus pies del agua y se levantó, colocándose rápidamente las medias y los zapatos. Luego estiró su mano para ayudarla a levantarse —. Veamos si puedes vencerme.

Ella sonrió desafiante y tomó la mano del contrario, notando que estaba caliente, a diferencia de sus manos completamente frías.

— Te patearé el trasero — Dijo Ophelia, mientras volvía ponerse sus zapatos y le sonreía al chico.

Él le devolvió la sonrisa.

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