oiii. the lady and the bastard

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oiii. capítulo tres

❝ la dama y el bastardo❞

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la dama y el bastardo

EL BANQUETE CON LOS STARK no había salido tal y como Ophelia esperaba, con la noticia del inminente compromiso del Príncipe Joffrey y Lady Sansa Stark, las charlas incómodas entre la Reina y Lady Catelyn y la borrachera de Robert. Aunque lo peor había sido eso último, dado que en medio de su estado de ebriedad, Robert le había sugerido a Lord Stark que un compromiso entre Robb Stark y Ophelia sería beneficioso para ambos, a lo que la castaña, completamente alterada, se atrevió a pegarle una patada por debajo de la mesa a su hermano, logrando que se callara por un rato, para sorpresa de muchos.

Durante esa primera noche en Invernalia, la joven se sintió completamente fuera de lugar, aunque no pasó frío debido al fuego de la chimenea, tardó horas en dormirse, y despertó poco tiempo después, cuando los rayos de sol se asomaban por la ventana. Decir que estaba mal humorada era poco, sentía que mataría a la primera persona que cruzara la puerta y se atreviera a sacarla del calor de la habitación. Por suerte, sus doncellas no llegaron muy temprano; la ayudaron a darse un baño caliente y cambiarse, y cuando estuvo lista, bajó a desayunar, aunque aún algo enojada por no haber descansado bien.

Desayunó con tranquilidad y sin dirigirle la palabra a nadie, para después saludar con educación a todos y salir a recorrer los patios de Invernalia con la intención de ver a los jóvenes luchando con espadas.

Siguió el sonido de choque que provocaban las espadas, encontrándose con Joffrey, su sobrino, practicando con la espada, custodiado por Sandor Clegane y algunos soldados más, también estaba Robb Stark, y a lo lejos, la observaban acercarse Jon Snow y la pequeña Arya. Ella se acercó a paso lento, con las manos cruzadas detrás de su espalda, mientras observaba como Bran Stark y el Príncipe Tommen se enfrentaban, tan envueltos en protectores que el norteño parecía estar vestido con almohadas, mientras que el Príncipe se asemejaba a una pelota. Los pequeños se golpeaban entre jadeos y resoplidos con espadas de madera acolchadas bajo la atenta mirada de Ser Rodrik Cassel, el maestro de armas de Invernalia. La castaña observó al anciano con curiosidad, preguntándose si al hombre le molestaría que ella entrenara junto al resto.

Unos momentos después, se escuchó un grito en el patio. Tommen había caído rodando e intentaba levantarse sin éxito, como si se tratara de una tortuga sobre su caparazón. Bran Stark estaba parado a su lado con la espada en alto, dispuesto a golpearlo en cuanto se pusiera de pie. Los hombres a su alrededor empezaron a reír, y Ophelia frunció el ceño con enojo.

— ¿Qué es tan gracioso? — Preguntó. Todos hicieron silencio mientras ella se acercaba para levantar al pequeño. Lo tomó con fuerza por debajo de las axilas, y él finalmente se puso de pie —. Bien hecho — Dijo en voz baja, mientras acariciaba el rostro del Príncipe. Éste le dió una sonrisa dulce.

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