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El ganado de Will Graham

Los cuatro hombres están sentados, callados, expectantes. Tres de ellos ocupan un sofá, uno al lado del otro, intentando no tocarse entre ellos.

Son rivales.

Enfrente, en una silla, está Will. El perfilador Will Graham, un omega de mediana edad, sano y, lo más importante, soltero. Sus ojos azules bailan de uno a otro de los hombres, preguntando en silencio, observando hasta el más mínimo detalle. Están nerviosos, uno de ellos, sentado en uno de los extremos, lo muestra con el movimiento constante de su pierna derecha; el del otro extremo se frota las manos casi obsesivamente; el de en medio, sin embargo, parece petrificado, una escultura de la época griega con forma humana.

- Los tres habéis hablado conmigo – empieza diciendo Will. Los tres...queréis ser mi Alfa.

Los hombres asienten. Ninguno se atreve a decir nada, están incómodos por la presencia de los demás.

- He querido quedar con vosotros aquí, en mi ...casa, por razones obvias. Esto no puede salir de estas paredes, ¿queda claro?

- Queda claro – responde el que está sentado en medio.

- Bien.

Si a Will Graham le hubiesen contado que dos semanas atrás tres maravillosos hombres, cada uno en su ámbito, querían cortejarle, se habría reído a carcajadas. Will jamás había tenido un Alfa, ni siquiera una noche. Nunca lo ha deseado. Tenía casi treinta años y ciertamente ha habido momentos dolorosos, insoportable. Pero era cabezota, así que cada mes, durante tantos años, se encerraba en casa con múltiples juguetes sexuales, llenaba de comida basura su despensa y aguantaba los peores días como podía.

¿Qué había cambiado?

Tal vez era la edad, ya no se consideraba joven. Sus celos empeoraban cada mes, se volvieron incontrolables por muchos accesorios que Will usase. Ansiaba tener un Alfa para sí. Alguien suyo, propio, alguien para siempre. Por eso había dejado de tomar sus supresores hace dos semanas, justo cuando empezó todo. Había tomado una decisión, y cuando Will tomaba una decisión absolutamente nada podía hacerle cambiar de parecer.

El primero en hablar de sus intenciones fue el hombre sentado a la izquierda, que se frota las manos. Will trabaja de perfilador para el FBI y eso le lleva en muchas ocasiones a acudir al Hospital Psiquiátrico de Baltimore, donde ese hombre es el Director.

Es un hombre inteligente, Will sabe que su infancia ha sido privilegiada, de barrio fino. Cruel en ocasiones. Parece que quiere cortejar a Will como si hubiese apostado por ello con otras personas. Es elegante, algo impaciente, y luchador por aquello que quiere. A su modo, es atractivo: moreno, de ojos marrones casi negros, con barba de pocos días que siempre lleva perfecta.

El segundo fue el hombre sentado a la derecha, que sigue moviendo su pierna con denuedo. Un hombre salvaje, tatuado, más joven que Will. Su cuerpo es atlético, es atractivo: sus ojos azules llaman la atención, como un rayo que destruye todo a su paso. Se mueve como si el mundo le perteneciera.

Will lo conoció en el mismo lugar, siendo éste un trabajador del Hospital, un subordinado del primer hombre.

Will percibe que su infancia, por el contrario a la del primero, fue algo más complicada. A golpes salió adelante y su modo de vida no ha cambiado demasiado. Quizá creció en el lugar equivocado, con la familia errónea, o simplemente su carácter era ese. Todo él gritaba peligro.

El tercero y último es el hombre sentado en medio, el poeta, que le observa fijamente sin movimiento alguno. Will, por orden de su jefe, fue asignado a un psiquiatra, pues su trabajo era cuanto menos diferente. Veía muchas cosas, ninguna de ellas buena.

El ganado de Will Graham (ACABADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora