El cortejo

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Frederick había muerto. 

Cuando Will despierta en su cama, abre los ojos y llora. Hannibal lo había matado, el muy hijo de puta, con su ego de alfa dolido y su feromonas agresivas al máximo. Debía haberlo sabido, debía de haber pensado que aunque externamente Hannibal es un hombre tranquilo, que controla todo lo que le rodea, sigue siendo un Alfa. Y eso conlleva poder perder los estribos.

Will se limpia los ojos con el dorso de la mano y mira el techo. ¿Qué iba a hacer ahora? Alguien tenía que contárselo a Matt y ese alguien debía ser él. Temía por el chico más joven, que tan bien se portó en su cita cuando fueron a la feria: Matt no se merece acabar igual que Chilton. ¿Y su trabajo? ¿No se extrañarán si Chilton no va? Joder, es el director de un Hospital Psiquiátrico, que no acuda en varios días es algo que todos se darán cuenta.

Alarga el brazo a la mesita de noche y coge su teléfono. Diez llamadas perdidas de Hannibal. El muy cerdo aún se atreve a llamarle. No piensa devolvérsela, borra el historial de llamadas y marca el teléfono de Matt. Mira la hora, todavía no ha entrado a trabajar.

- ¡Hola, Will! - dice al otro lado -. ¡Cómo me encanta que me llames! ¿Cómo estás? ¿Es por mi segunda cita? - sonríe, y Will sabe que lo hace por su tono de voz.

- Hola Matt...no....yo - no sabe cómo decírselo -. Tenemos que hablar, no es algo que quiera contarte por aquí.

- ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien, te ha hecho daño Chilton en su cita? - Matt sabe que es la última que ha tenido, desconociendo totalmente que tras la cita de Chilton, Will fue a casa de Hannibal.

- No...no, no es eso. Por favor, dime cuándo tienes unos minutos para hablar, Matt.

- Para ti los saco de debajo de las piedras, ya lo sabes. ¿Puedes hoy, al salir de trabajar?

- Iré a recogerte, te esperaré donde la vez anterior.

- Genial. Pues...hasta luego, Will.

- Nos vemos luego, Matt...

- ¡Espera! - Will está apunto de colgar hasta que oye la voz -. ¿Seguro que estás bien? Puedo faltar al trabajo e ir a verte, o venir tú aquí....o no sé, en otro sitio. 

- No puedo faltar a trabajar, Matt - por muchas ganas que tenga Will, debe obligarse a continuar con su vida -. Iré a la tarde a por ti.

Cuando Will cuelga deja el teléfono sobre su pecho. Lo nota vibrar, lo levanta: Hannibal Lecter. ¿Pero qué cojones quiere? ¿Que no entiende la indirecta o qué? Will directamente le da a colgar, a ver si así lo capta. En una hora debe estar en el trabajo, tiene tiempo. Piensa en volver a tomarse los supresores después de todo lo que ha pasado. ¿Qué sentido tiene todo ahora? Podría, también, elegir a Matt. Pero le da miedo que al hacerlo Hannibal lo mate también, queriendo a Will para si. Es algo que haría perfectamente, el poeta.

Otra vez el maldito teléfono. Will cuelga y lo apaga. Se va a tener que cambiar de número. Con Chilton en su mente y los ojos de nuevo llorosos, se ducha rápidamente, se viste cómodamente y entra a la cocina para desayunar lo primero que tenga en la nevera. Básicamente son sobras de otros días, ya recalentadas en varias ocasiones. No le preocupa demasiado la comida, con tal de sobrevivir un día más es suficiente.

Toc, toc. Will agudiza el oído, le ha parecido que llaman a la puerta. No oye nada.

- ¡Will! ¡Sé que estás ahí, te he olido desde que he bajado del coche! 

No puede ser, Hannibal Lecter en su casa. Tiene que enfrentarse a él para dejarle las cosas claras, que todo acabó con él ya.

Abre la puerta y su olor entra a través de sus fosas nasales. Joder, qué bien huele. El cuerpo de Will reacciona y su agujero se humedece involuntariamente. Mierda. Hannibal sonríe, sus ojos devorando a Will de arriba a abajo, sabiendo perfectamente lo que provoca en él. 

El ganado de Will Graham (ACABADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora