Quédate conmigo

1.4K 207 53
                                    


Will está frente a la casa de Hannibal. Se suponía que iba a irse a casa a descansar tras su cita con Frederick, pero su cuerpo - o su corazón - han decidido cambiar de ruta sin tenerle en cuenta.

Cuando se percata de dónde está ya es demasiado tarde.

- Hola, Will - Hannibal le sonríe con la puerta abierta.

<<¿Cuánto tiempo llevo aquí fuera?>> <<¿Cómo he llegado hasta aquí?>>

La cabeza de Will da vueltas, su cuerpo emana un calor que Hannibal aspira mientras mira de arriba abajo al omega.

- ¿Estás bien, William? - apoya la mano en su frente, viendo que Will está ido. Estás ardiendo. Por favor, pasa, cuidaré de ti.

- Yo...no sé cómo he llegado.

- Si me permites que te ofrezca algo de beber y unos cuidados mínimos para bajar esa fiebre, podemos hablar del tema.

- Bien, vale. Pero no te aproveches, Hannibal.

- No pensaba hacerlo - Hannibal le guiña un ojo.

Por descontado que tener a Will en su casa, sin ser el día de su segunda cita y, sabiendo, que ha estado con Chilton hace escasos minutos, hace que Hannibal se ilusione siquiera un poco. Y ni qué decir tiene que va a aprovechar cada segundo que el omega permanezca en su casa.

Hasta un ciego vería por qué Will está ahí, por qué su cuerpo le ha conducido sin permiso hasta allí.

Mezclado con las feromonas de alfa del propio Chilton - que huelen amargas - Hannibal distingue perfectamente el olor cálido de Will proveniente de su glándula de acoplamiento. Will huele, como bien explicó Chilton cuando todos estaban reunidos en casa de Will, a chocolate recién hecho, ese que te tomas un día de frío y sabes que en ese momento y no en ningún otro, eres feliz. Will huele a hierba mojada, un olor muy característico que evoca el nacimiento de una nueva vida. Y huele, que es el olor que más le atrae a Hannibal, a deseo, a excitación constante, como si Will estuviera hecho única y exclusivamente para el sexo.

En cuanto Will entra, Hannibal cierra la puerta y toma su chaqueta cortésmente. La cuelga en el perchero junto a la suya.

- ¿Ha ocurrido algo entre Frederick y tú, Will?

- ¿Cómo sabes que he estado con él?

- Hueles a él. Olería a cualquier persona con la que te estuvieses más de cinco minutos. No puedo evitarlo.

Will sonríe ante la franqueza de Hannibal. Y no sólo eso, sino que empieza a notar pequeñas gotas cayendo de su agujero, las justas para indicarle que es momento de marchar o de quedarse.

Will decide quedarse, sabiendo perfectamente lo que va a pasar si lo hace.

- Por favor, sígueme hasta la cocina, te prepararé una infusión para que te relajes.

- ¿Quieres aprovecharte de mí, Hannibal?

- ¿Quieres que me aproveche?

Todavía en la entrada, Will le mira a los ojos. ¿Asiente? Es tan sutil, apenas perceptible, que Hannibal no tiene claro si ha sido un movimiento consciente o un simple tic de su cuerpo. Espera la respuesta.

- Quiero..joder, no sé lo que quiero, Hannibal. No sé por qué estoy aquí, ni por qué me siento tan mal por estar aquí. No sé porque hueles tan jodidamente bien, ni por qué no soy capaz de contener mi cuerpo. No me gusta no tener el control de mí mismo, me hace sentir....débil.

El ganado de Will Graham (ACABADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora