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Taehyung regresó al edificio Kim e hizo una visita rápida a su apartamento antes de subir hasta el despacho de su madre. Había comenzado a reparar las fisuras de sus escudos internos en cuanto abandonó la sede de los DarkRiver, y cuando entró en la oficina, su corazón estaba aprisionado en unos escudos tan poderosos que no revelaba nada, ni siquiera cuando se encontró a Santano Enrique acomodado en la estancia con Sujin.

—Entra, Taehyung.

Sujin levantó la vista de la pantalla del ordenador en la que le estaba mostrando algo a Enrique.

—Hola, Taehyung. Hacía tiempo que no te veía.

—Consejero Enrique. —Taehyung inclinó la cabeza en señal de respeto.

Los ojos oscuros del cardinal se clavaron en los de Taehyung. En contra de su nombre de ascendencia hispana, el hombre era alto, de cabello rubio y con la piel demasiado pálida.
No aparentaba los sesenta años que tenía, pero Taehyung era muy consciente del tiempo del que había dispuesto para perfeccionar sus considerables poderes.

—Sujin me ha dicho que estás a cargo de tu propio proyecto.

A Taehyung no le sorprendía que su madre hubiera compartido la información con el otro consejero. Enrique era un académico, no un rival en los negocios. Aunque eso no le hacía menos letal. No se podía bajar la guardia con los miembros del Consejo.

—Sí, señor.

Siempre se había sentido nervioso en presencia de Enrique. Quizá se debiera a que era un psi fuera de lo común, con tanto poder telequinésico que podría aplastarla sin tan siquiera pestañear. O quizá fuera porque lo miraba de un modo que parecía que pudiera ver dentro de su cabeza. Y no quería a nadie dentro de los confines de su mente.

—Confío plenamente en ti, al fin y al cabo eres hijo de Sujin. —Salió de detrás del escritorio y lo miró de arriba abajo—. Aunque la genética parece haber tomado un rumbo inesperado.

—No posee deficiencias genéticas —apostilló Sujin—. Escogí a su padre con sumo cuidado para mezclar nuestros genes. Y engendré a un cardinal.

Taehyung intentó en vano comprender el transfondo de la conversación entre ellos. A los psi se les daba bien guardar secretos, y él estaba hablando con dos maestros en ese arte.

—Por supuesto. —Enrique esbozó una fría sonrisa—. He de preparar una conferencia, así que será mejor que me marche. Estoy impaciente por volverte a ver, Taehyung.

—Sí, señor. —Mantuvo un tono de voz carente de inflexión y guardó silencio hasta que el hombre salió y pudo cerrar la puerta—. No es propio del consejero Enrique visitarte aquí.

—Quería hablar lejos de oídos curiosos. —El tono de Sujin indicaba que el tema estaba zanjado.

—He de estar al corriente si voy a empezar a asumir más responsabilidad.

—No es necesario que sepas esto. —Su madre apoyó los brazos sobre la mesa—. Háblame del cambiante.

Taehyung sabía que no era conveniente que siguiera insistiendo. La mujer que tenía sentada delante era parte de la sociedad más cerrada y secreta del mundo: El Consejo de los Psi.

«Es el Consejo. Está por encima de la ley.»

Había sido necesario un cambiante para que él abriera los ojos a la verdad. El Consejo era la ley en sí mismo. Cuando sus miembros hablaban, la PsiNet se estremecía. Y cuando sentenciaban a un individuo a rehabilitación, no existía ningún tribunal de apelación.

Mirando los impávidos ojos castaños de su madre, Taehyung aceptó que, llegado el momento, Sujin votaría a favor de internar a su hijo en el Centro antes que perder su posición de poder. Aquellos que sentían emociones eran el enemigo, y a los enemigos no se les mostraba piedad.

NIGHT HUNTER [KOOKV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora