04. Terror.

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Advertencia: Este capitulo contiene situaciones que pueden generar incomodidad en algunos lectores, se recomienda que si eres sobreviviente a algún tipo de abuso saltes este capítulo, de lo contrario puedes leerlo bajo tu propio riesgo.

Grité, una y otra vez, grité como loca pero él puso su mano sobre mi boca y me obligó a permanecer acostada, tirada en el húmedo pasto. En ese momento se pasaron por mi cabeza distintos escenarios, y en todos terminaba muerta.
Es imposible describir lo qué pasa por tu mente en un momento como ese; lo primero en lo que pensé fue en quien me encontraría; seguramente sería un guardia o algún vecino, me verían desnuda tirada en ese lugar sin signos vitales.
Después pensé en mi mamá; casi podía escuchar su llanto incontrolable y la rabia de su voz.
Finalmente se me vino a la cabeza el si dolería; me imaginé las distintas maneras en que me mataría y todas ellas se veían demasiado dolorosas en mi mente.

Comencé a llorar, podía sentir como una de sus manos manoseaban mis pechos y como la otra se enterraba cada vez más en mi boca. Mis brazos estaban siendo aplastados por sus rodillas, pensé en que tardé o temprano intentaría penetrarme y de esa forma podría liberar mis manos para escapar, pero resultó imposible.
Una vez que bajó el cierre de mi pantalón, sujeto con la mano que descansaba en mi boca mis manos y me besó para intentar callar mis gritos desesperados por ayuda.
Sentí dolor y después... no recuerdo, ni siquiera estoy segura si pasó algo. Lo siguiente que recuerdo es a él balanceándose encima mío y mi cuerpo arder en dolor.
Una vez me dejó levantarme, intento meter su miembro en mi boca y fue ahí en donde supliqué que me dejara en paz, que me dejara ir.

Era mi mejor amigo, aquel chico del cual jamás sospecharías que algo así pudiera pasarle por la mente. Regresamos caminando a mi casa, yo aún con el cabello revuelto y los ojos hinchados a causa del llanto. A lo lejos pude ver a mi papá buscándome y él como el cobarde que es, se escondió detrás de un auto.

—Nadie va a creerte -me dijo a mis espaldas, antes de comenzar a caminar en dirección a mi papá.

—¿En dónde estabas? -su voz estaba cargada de enojo —Solo tenías que ir a la tienda, ¿y por qué estás tan llena de lodo?

—No había salsa en la tienda, así que camine hasta la otra, no me fije en que tropecé con algo y terminé cayéndome en un charco.

Nunca había tomado una ducha tan larga, talle mi cuerpo más de tres veces y me lavé el cabello con dos shampoos diferentes, después, al terminar vomité. Ese día cambié las sábanas de mi cama por unas limpias y me puse una pijama nueva, pero con nada de eso dejé de sentirme sucia.

Peonias en invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora