06: Te quedarás conmigo

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El bajo me perfora los oídos y siento todo mi cuerpo vibrar a medida de que me acerco a dónde está el estereo

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El bajo me perfora los oídos y siento todo mi cuerpo vibrar a medida de que me acerco a dónde está el estereo. No entiendo cómo Amelie no se a quedado ya sorda, siempre quiere estar en frente, justo delante del DJ.

Las pocas veces que he venido a una fiesta, y si, son pocas, siempre vengo con Amelie. Es mi compañera en este tipo de cosas, ella tiene más experiencia que yo, aunque la verdad es que siempre termino cuidando de ella porque se le va la mano con los tragos.

Amelie sostiene mi mano con fuerza y me guía entre la gente mientras baila y saluda a la gente. Esa es la diferencia entre ella y yo, ella es muy sociable y yo por mi parte los pocos amigos que tengo los puedo contar con mi mano y me siguen sobrando dedos.

Raisa está dando una fiesta, como siempre. Sus fiestas tienen la fama de ser muy buenas y la verdad es que nunca e ido a una, no me llaman la atención lo suficiente e ir con Amélie es una mala idea. Se que en cuanto Andrew aparezca ella también lo hará.

Parecen garrapatas.

Llegamos a la cocina donde parece que la multitud se pelea por agarrar una botella o conseguir vasos. La barra está llena de comida chatarra y botellas llenas de alcohol, hay vasos regados por todo el sueño y colillas de cigarrito. En esa misma barra hay una multitud de hombres y chicas reunidas gritando algo que no entiendo por el ruido de la música.

A medida que nos acercamos distingo a Andrew entre la multitud y la risa de Raisa, esta apoyada en la barra de la cocina con un vaso en la mano y un cigarrillo en la boca.

No sabía que fumaba.

— ¡Raisa! – chilla Amelie alzando su mano para que la chica la vea.

La mayoría de las veces que me e sentido incomoda a sido en este tipo de situaciones. Un montón de gente que no conozco pero Amelie si, aquí es donde de verdad me siento incómoda.

Raisa deja el vaso en la barra y abraza a Amelie sacándose el cigarrillo de entre los labios. En el momento en que exhala el humo se viene hacia mi cara y cierro los ojos. El olor es intenso y pongo en duda de que sea un cigarrillo.

— Lo siento – me dice dándome unas palmadas en el hombro. Niego con la cabeza y le regaló una sonrisa timida.

Ya quiero irme.

Amelie se lanza sobre los brazos de Andrew y oigo como se hablan con ternura y se dan besos. Me apoyo en la barra y finjo que estoy cómoda aunque en realidad no es así. Los chicos en la isla de la cocina comienzan a gritar algo que a penas y se entiende por la música y las conversaciones que tengo al lado.

— ¡Oye, Rasmus! – grita Raisa y automáticamente todo mi cuerpo se tensa.

De entre la multitud de chicos que hay en la isla de la cocina sale la cabeza de Rasmus, tiene el cabello despeinado y al igual que Raisa lleva un cigarrillo en los labios. Raisa me abraza y empieza a hacerle señas a Rasmus.

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