10.

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   En Argentina, Paulo iba a una de las universidades más caras y exclusivas del país. Pero ni siquiera esa se comparaba con el edificio en el que ahora estaba entrando. Le costó mucho encontrar plaza en una universidad en Abril, porque mientras que en Argentina apenas comenzaban las clases, ahí en Londres, y en el hemiferio norte en general, estaban a pocos meses de terminar el año lectivo.

—Bienvenido, señor Dybala —le dijo en un inglés muy cerrado la señora que estaba cargando todos sus datos, las equivalencias y demás —. En septiembre empiezan las clases pero a mediados de julio ya puedes inscribirte en las materias. La cuota se abona a través de transferencia, al comienzo de cada mes. Cinco mil libras al mes —Paulo ni quiso hacer la converción a pesos argentinos porque se iba a caer de espalda. O sea, él venía de una familia de plata y no era ajeno a grandes sumas de dinero pero hasta para él, cinco mil libras esterlinas al mes, era un montón.

La mujer continuó marcando puntos importantes con un fibrón rosa flourescente y cuando termino, Paulo le agradeció, se despidió y se fue. Necesitaba un café, afuera estaba haciendo un frío de morirse y a pesar que el auto tenía calefacción igual tenía mucha ganas de café. Encontró una de esas máquinas de café en un salón con sillones y se fue directo, puso las monedas y presionó el botón. Esperó, esperó y nada.

—La puta madre, ni acá andan estas porquerías.

—¿Algún problema? —Un chico se acercó a él y le habló en inglés.

—Eh, sí esta...cosa no me da mi café —Paulo también respondió en inglés.

—Ah, que buen inglés tienes —el chico le respondió en un acento español, Paulo se rió y negó.

—¿Sos español? ¿O aprendiste a hablar español en España? Porque si es así, hablás re bien.

—Español, estudió acá. Estoy haciendo un doctorado, ¿Tú? ¿Argentino, verdad?

—Exacto. Soy Paulo —le extendió la mano a modo de presentación.

—Álvaro —el español agarró la mano de Paulo y antes de soltarla, rozó sus dedos por la palma del cordobés—, ¿Te invito un café? Esa maquina nunca funciona y el café no es muy rico. Hay un buffet saliendo de aquí, en el edificio de enfrente.

—Si, dale, vamos.

  Paulo acomodó su bufanda antes de salir y con las manos en el bolsillo, siguió a Alvaro. Cruzaron el patio bajo la llovizna; el agua estaba helada pero Paulo prefería mil veces eso que el calor que seguro estaba haciendo en esos momentos en Argentina.

—¿Qué quieres tomar? ¿Café o un té? —Álvaro abrió la puerta del buffet y dejó que Paulo entre primero.

—¿Qué me recomendas de Té? La verdad nunca fui muy fanático pero sé que acá es lo que más toman y deben haber de todo tipo.

—Bueno, mi favorito es el Earl Grey. Pruébalo y me cuentas.

—Dale, quiero uno de esos y alguna galletita no sé, biscuit como le dicen acá.

Tomaron asiento en una mesa que estaba pegada a la ventana, estaban uno frente al otro. Paulo dejó su mochila en la silla de al lado y mientras Álvaro se levantó para ir a pedir, él aprovechó de chusmear el celular, no tenía ningún mensaje. Cuti seguramente todavía estaba entrenando.

— Y dime, ¿Qué te trae por aquí? —Quiso saber Álvaro cuando estuvo de vuelta, con las tazas de té y un paquete cerrado con los biscuit para Paulo.

—Vine a terminar la carrera, me quedan seis materias y necesitaba un cambio de aire. Lejos de mis padres, sobre todo —Paulo dió un sorbito al té, le calentó toda la garganta cuando trago y en consecuencia también el cuerpo, se sintió bien y el té sabía bien. Era algo fuerte y tenía como un gusto perfumado, pero rico. Iba a tener que añadir a la lista del supermercado —. Che, esta rico.

amor de verano ⭐ Paulo Dybala & Cuti Romero.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora