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El bonito castaño, al mirarse en el espejo se le salieron un pare de lágrimas, hoy era el gran día en que se uniría en sagrado matrimonio con la persona que amaba, con la persona que no provocaba más que sonrisas en sus días, la persona que le había hecho plantearse la posibilidad de estar atrapado en un sueño.

Siempre obteniendo una negación como respuesta, JiMin era como los príncipes que se presentaban en las peliculas de Disney, sentía que vivía como en las típicas películas de romance que todos los fines de semana veía con su futuro marido.

No sabía la hora de entregarse por completo a su amado, y si no fuera por el par de tazas de té de manzanilla que le había preparado su madre, de seguro se habría desmayado, y hacerlo en este momento no era para nada una opción.

Estaba tan alegre que paso por alto cualquier señal que le mostrara que algo no andaba bien, era algo normal, en esas ocasiones los novios pasaran por alto, aunque sea el más mínimo detalle por estar preparándose para el discurso que le brindarían a sus seres queridos al finalizar la ceremonia.

JungKook lo estaba, y conociendo a JiMin como la palma de su mano, el se encontraba igual o quizá peor, sobre todo porque tendría que enfrentar a su terrible y para nadie desconocido pánico escénico, pero del resto estarían bien.

Había asistido a muchas bodas en el paso de sus años y había sido testigo que escenas demasiado bochornosas y también graciosas, así que, si llegaba a cometer algún error, no sería el primero ni el último. Intentaría esforzarse al máximo para que todo saliera según lo planeado.

Las jóvenes que cuidaban cada detalle de su traje, no paraban de correr de un lugar a otro buscando algún accesorio que les hiciera falta, lo mismo sucedía con las maquilladoras que aunque eran muy jóvenes, se tomaban muy en serio su trabajo, y JungKook no podía estar más que complacido con eso, eran todas unas profesionales.

Su madre estaba un poco distante con respecto a la situación en la que se encontraban, estaba seguro de que solo eran nervios de madre, era comprensible, pues quien se casaba no era nadie más que su único hijo, la luz de sus ojos, también podía ver un poco de nostalgia el la mirada de su progenitora y supuso que era porque hoy sería en día en el que entregaría a su bebé y más preciado tesoro.

Recordó todos los momentos en los que pasaron juntos, recordando las noches de tormenta que lo abrasaba y consolaba para evitar que los feos truenos lo asustaran.

Sin lugar a duda, había sido bendecido por tener una familia muy alegre y amorosa, realmente se sentía muy afortunado.

Cuando estuvo todo listo, miro por última vez su reflejo y sonrió.

Había llegado el momento de marcharse.

En el camino a la iglesia pudo observar a un grupo de señoras arrojar pétalos de rosas en el camino gritándole que le deseaban toda la suerte del mundo, a lo que él se limitó a responderles con una hermosa sonrisa.

Sus ojos se fijaron en el camino, recordando las distintas situaciones en las que había pasado tomado de la mano con JiMin, todo, absolutamente todo le hacía recordar al amor que sentía por JiMin. No sabría que sería de su vida si el rubio llegase a faltar en ella, ese pensamiento hizo que un desagradable escalofrío recorriera su cuerpo.

Sacudió la cabeza para deshacer esos pensamientos tan negativos, hoy era un día de risas y alegría y no permitiría que una suposición tonta lo hiciera pensar lo contrario. Acomodándose mejor en su asiento, decido cerrar sus ojos y disfrutar la refrescante brisa que se colaba por la ventana del vehículo.

Se alteró cuando escucho la bocina proveniente del vehículo en el que se encontraba, intentando llamarle la atención a un conductor irresponsable que transitaba el carril contrario, que si querer se fijó en el vidrio polarizado que no le permitía ver al conductor y cuando lo hizo, pudo sentir una extraña sensación. Era como si le advirtiera que algo, pero no sabía con exactitud que era.

Y como lo hizo en la primera ocasión, alejo todo pensamiento negativo. Estaba convencido en que todo saldría bien y que no había nada que temer.

Cuando diviso la iglesia en la que lo esperaba su amado, no dejo que el vehículo estacionara correctamente cuando se bajó del mismo sin el más mínimo cuidado, pero no era su culpa, estaba emocionado, hoy se casaría y su estado no era para menos, cuando estuvo cerca vio a sus amigos que, al notar su presencia se acercaron y lo abrazaron con fuerza, como si quisieran protegerlo de algo y lo aprecio, con eso le demostraban lo mucho que lo querían.

Su padre estaba en la puerta con una mirada afligida y no lo entendió, tan sumido en su objetivo camino sin esperar la marcha nupcial hasta el altar.







Donde se encontró con una gran sorpresa.








Wait For Me - JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora