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Perplejo en su sitio y sin emitir sonido alguno. JiMin miraba a la persona a la que un día le abrió su corazón, aquella persona que a pesar de su comportamiento poco agraciado lo había mirado con ojos llenos de amor y ternura, misma que juro amarlo hasta en fin de su vida.

Ya no existía.

Ojos inertes lo miraban sin una tinta de emoción, recorrían su anatomía inspeccionando que hubiera algo fuera de lugar, el deseo de regresar el tiempo se hizo más intenso en su ser, desmoronándolo por completo al saber que no podía hacer más que tomar todo lo que el bello castaño le diera.

Que ahora parecía ser nada.

No debía esperar mucho porque cuando tomo la decisión de marcharse tampoco tomó a consideración los sentimientos contrarios como relevantes, para ese entonces eran irrelevantes sobre la mesa de su debate personal. No sonada gustoso, pero era una realidad que con los años supo afrontar.

Jungkook permanecía expectante sin quererse mostrar afectado, lamentablemente solo se estaba engañado a sí mismo, actuar con diferencia había sido su plan desde un inicio, sin embargo, la realidad de como lo planteo había sido alterada, quería abrazarlo, besarlo y gritarle lo mucho que le dolía que lo haya abandonado aquel día, pero hacerlo solo lograría abrir heridas a las que se estaba obligando a sanar.

No estaba en sus planes dar borrón y cuenta nueva, no borraría ninguno de los momentos donde derramó lágrimas en las madrugadas cuando despertaba de golpe sintiendo el lado vacío de la cama perteneciente a JiMin.

El había tomado la decisión de marcharse, lo comprendía, comprendía que JiMin quería algo más que un matrimonio a temprana edad, al igual que comprendía que sus sueños nunca fueron tan simples como los suyos.

Eso lo comprendía a la perfección, lo hizo por voluntad, pero el dolor del abandono también permanecía latente, tanto que se convirtió en una parte muy superficial de él.

No quería a JiMin en su vida, no lo quería, al igual que él no lo quiso en la suya el día que lo abandonó vestido en el altar.

-Aún espero por su orden señor- era ridículo que estuviera insistiendo, lo único que buscaba era que el rubio se marchara par no ver sus apetecibles labios rojos; piel perfecta y apariencia tierna.

JiMin era un maldito.

El rubio desvió la mirada evitando que el menor viera sus ojos llorosos, dejaría todo intacto por ahora, no por mucho tiempo porque estaba dispuesto a recuperar a Jeon cueste lo que cueste.

Se lo juro y esa promesa no la rompería.

Aclaro su garganta antes de hablar. -Un café, por favor. Volteo a verlo directamente a los ojos antes de apartarlo nuevamente.

Jungkook no perdía la belleza de su mirada, misma que lo cautivo el día que lo conoció.

Vio como asentía para luego perderse entre la puerta que llevaba a lo que suponía era la cocina, miro a su alrededor contemplando la linda decoración de establecimiento, las paredes estaban pintadas por un suave verde limón y adornadas con cuadros minimalistas; mesas con estilo elegante, pero sin perder el ambiente acogedor, estaban esparcidas con cuidado por todo el lugar; lámparas iluminaban el lugar de forma suave, eso hacía simular un lugar más hogareño.

Todo era realmente hermoso.

Entonces recuerdo aquella plática que tuvieron el día en el que habían hecho el amor por primera vez. Jungkook le había dicho que su sueño era tener su propia pastelería, al lo que él le respondió que lo mejor sería abrir una cafetería porque ahí lo podría tomar gratis.

Recuerdos y solo recuerdos.

-Tenga- escuchó una voz bien conocida, tomo la orden y se marchó, no tenía intención de molestar al menor.

Decidió salir del establecimiento sin despedirse, no fue por falto de educación ni nada parecido, lo único que buscaba era no alterar los sentidos del menor, mismo que parecía no querer verlo ni en pintura.

Suspiro pesadamente y se preguntó.

¿Cómo actuaría él si la situación fuera al contrario?.

¿Cómo habría sido si Jungkook se hubiese marchado y no él?

Sintió su pecho oprimirse con la mínima idea siquiera, nunca se había planteado aquella pregunta, seguramente fue responsable de su parte aparecer de la nada, sin dar mayor aviso pero nada le garantizaba que las cosas salieran diferentes, de haberlo hecho.

Era un cobarde por huir sin dar mayor información, estaba siendo un descarado y sinvergüenza al regresar y tener el valor de verlo a la cara después de tanto tiempo.

Quiso llorar, más no podía hacerlo, no se sentía digno de derramar lágrimas, era un hijo de puta hipócrita que en lo único que pensó fue en su bienestar y en cómo se reflejaría la toma de ediciones para el futuro.

Las calles frías y desoladas eran las únicas testigos de los sutiles sollos del hombre rubio, las personas con las se topó al caminar, lo habían saludado como si nunca se hubiese ido, como si siempre hubiese permanecido en el bello pueblo.

Le sonreían como si no supieran que había roto el corazón del amor de su vida.

No pensaba con claridad, todos los recuerdos volvieron a su mente de sopetón, provocando que callera al suelo de rodillas, el dolor de recordar la mirada agria que le brindó el menor minutos atrás lo tenía devastado.

¿Un beso era lo que quería?.

No lo merecía, él no merecía ni una sola mirada de JungKook por muy despreciable que fuera hacia su persona.

No lo merecía.

Y tenía razón por que ahora mismo no lo tenía.

Ya no era dueño del dulce corazón de su tierno y adorado conejito.

Nunca imaginó que tomar la decisión de marcharse acabaría con aquel cuento de hadas en el que había vivido y del que nunca debo despertar.

-Este es el mundo real JiMin- le había dicho su mejor amigo.- No lo puedes cambiar.



Wait For Me - JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora