El proceso siempre tiene que doler

156 13 0
                                    

Es desesperante e incluso hasta tenebroso de ver al pasado y... Notar que tan quebrada estabas en el proceso, pero lo peor es notar que de ahí, sola es que tenías que estar.

¿A quién le puedo retribuir lo que he vivido? ¿A quién le pongo la queja de haber sufrido? ¿A quien le paso mi dolor?

Preguntas que también me carcomieron en el momento de la desesperación...

En el proceso libre una batalla que ibas más allá del dolor y eso fue contra el arma más poderosa que existe, tan efectivamente letal, tan equivalente a la misma cantidad de bondad, cómo de maldad... La mente.

Fuí víctima de ella, me deje ir por los pensamientos más viles que, aún me sorprendo de como salí triunfadora en ello.

Mi mente fue mi peor enemiga en el proceso... Una batalla que ya daba por pérdida, yo solo quería que ya no me azotara, que ya no me perturbara ni dijera que lo merecía... Y entonces entendí que para poder ganar, tenía que caer y que el proceso iba a doler...

Pero...

¿Cuánto? ¿Cuánto iba a doler? Entendí solo la parte del proceso, pero no la parte del aprendizaje...

Fue necesario el proceso para aprender, pero yo solo me negaba a ver, a ver cuál es el verdadero propósito de caer...

Entonces, la negación, trajo con ella la justificación.

Justifique el daño que mi mente me hacía, solo por querer la paz, justifique que los pensamientos que me azotaban fueron por los errores que cometí y que nunca corregí.

Y no, ¡Carajo, no! No es justificar, es aprender, aceptar y reconocer...

Porque de eso se trata el proceso, y siempre, siempre, tiene que doler...

Un Abrazo Para El Futuro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora