𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 || 008

323 39 1
                                    

“El cofre”

Hace unos cuantos días tuve una charla con Shōji, también lo presenté a mis tíos como mi esposo, ya que si bien fue alumno de ellos la situación actual ahora era distinta.

Toru estaba creciendo bien, sana y feliz. En este momento me encuentro acostada con ella mientras la veo dormir, Shōji está trabajando y dentro de unas horas vendrá. Pensaba en todo lo que había sucedido estos últimos dos meses y medio, desde el viaje, el nacimiento de Toru, el reencuentro con familia y amigos hasta la noticia de mi padre. Me sentía estúpida al ponerme triste llorar por alguien que no ví en los últimos diez años, que me maltrato y hizo mi infancia y adolescencia un infierno, pero no podía evitarlo, era mi padre después de todo.

Cuando vino Hizashi y Nemuri a cenar con nosotros, mi tío me entregó un pequeño cofre dónde por lo que recuerdo de mi adolescencia, allí papá guardaba fotos o dinero para ahorrar. Al ver la mirada de Hizashi sabía que me lo entregaba por algo, pero hasta ahora no he sido capaz de abrirlo.

No porque me dé miedo lo que encuentre allí dentro, sino por las emociones que me darán al ver lo que allí se encuentra.

En el fondo sabía que me sentía culpable, ya que murió pensando que yo estaba llena de rabia y dolor, que lo odiaba. Y la realidad es que si le tengo mucho rencor por muchas cosas, mucho odio acumulado y sé que hay cosas que nunca se las perdonaré, pero nunca dejé de quererlo, por lo menos no en el fondo de mi corazón, por algo comence a mandarle cartas después de todo ¿No?, no fué el mejor padre, ni el mejor amigo o esposo, pero hizo lo que pudo, o lo que su adicción al alcohol y cigarro le permitió.

Me senté en la cama poniendo dos almohadas de las grandes al rededor de mi pequeña para que no se callera al dormir y al fijar mi mirada al frente lo primero en que se fijaron mis ojos fue en el pequeño cofre.

No sé si fue por impulso pero me levanté decidida a abrirlo allí mismo. Me senté en el sofá al lado del escritorio mirando a mi hija, dormía plácidamente.

Supongo que llegó el momento; respirar, asimilar y abrir.

Fue lo único que repitió mi mente.

°°°

°°°

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
𝐐𝐔𝐄𝐑𝐈𝐃𝐎 𝐏𝐀𝐃𝐑𝐄 || ˢʰᵒᵗᵃ ᵃⁱᶻᵃʷᵃ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora