Completamente sola

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Arrojó su maleta al suelo con fuerza, intentando controlar las lágrimas de frustración que salían sin poder evitarlo. Estaba enojada, frustrada, y sobre todo, asustada. Aún no podía creer el vuelco que había dado su vida en las últimas horas, en menos de un día habían conseguido arruinar su mundo.

Si cerraba los ojos, aún podía ver los rostros desencajados de sus amigos; la sorpresa, incredulidad, y en algunos de ellos, la preocupación. Y no era para menos, dado lo que les había comunicado. Si tan solo pudiera decirles la verdad.

Se levantó de la cama y comenzó a vestirse, en silencio pero deprisa. Intentaba controlar su respiración, pero no podía ignorar la forma acelerada en que latía su corazón, la forma en que le sudaban las manos, y la manera en que su cuerpo estaba temblando con cada paso que daba. No había conseguido conciliar el sueño en toda la noche, por ratos lograba dormitar, pero a los minutos se despertaba aterrada y empapada en sudor a causa de una nueva pesadilla.

Se vio a si misma siendo golpeada, una y otra vez; vio a sus amigos en el hospital, incluso llegó a ver a su madre y a Marcelino heridos, aún cuando sabía que la logia no podía llegar a ellos, su miedo era tan grande, que sus pesadillas ya habían pasado el punto de la lógica.

Una vez que terminó de vestirse tomó la carta y salió de su habitación, con el corazón en un hilo, pero decidida a proteger a su gente.

Cada paso hacia la piscina techada era una tortura, cada minuto que iba pasado era una minuto en que su mente divagaba acerca de lo que pudiera estarla esperando ahí; desde un grupo de locos encapuchados listos para golpearla, hasta algún idiota que estuviera lo suficientemente loco como para intentar matarla. El hecho de que la reunión fuera en la piscina techada también le preocupaba, hasta ese momento había logrado evitar meterse al agua, no sabía a qué profundidad estaba la alberca, y al no saber nadar, no era una muy buena idea reunirse con unos psicópatas precisamente ahí. Pero no tenía otra opción, se recordaba constantemente; era la única salida que le quedaba.

Cuando alzó la vista se enfrentó directamente con la puerta de la alberca techada. Su teléfono marcaba las 5:55 a.m., y si la carta decís que la esperaban a las 6, solo había algo claro; ellos ya estaban adentro.

Tuvo que sujetarse fuertemente el pecho para tratar de acabar con aquella presión que sentía y que le impedía llevar el aire a sus pulmones, si no hubiera estado tan asustada se hubiera reído de la ironía de la situación; le estaba dando un verdadero ataque de pánico.

Se permitió inclinarse sobre el suelo un momento, posicionándose contra la pared en posición fetal. Recordó lo que investigó para fingir sus ataques de pánico con el doctor y puso su cabeza entre sus piernas, al tiempo que intentaba inhalar lo más que podía de aire.

Cuando logró controlar levemente su respiración se puso de pie, revisó la hora en su teléfono y, aún sujetando su pecho con fuerza, abrió la puerta para ingresar a la alberca.

Dió pasos lentos, mientras giraba su cabeza de un lado a otro, pero no lograba ver nada, el lugar parecía estar vacío. Mientras avanzaba hacia todo lo posible por pegarse a la pared, estando lo más lejos que podía de la alberca, por si acaso trataban de empujarla al menos podría verlo venir.

De un momento a otro, comenzó a escuchar pasos atrás de ella. Dió la vuelta de inmediato, encontrándose cara a cara con un hombre con el uniforme del colegio, aunque por su tamaño podía apostar a qué era de sexto. Se veía fuerte, demasiado alto y musculoso como para que ella pudiera defenderse si decidía atacarla. Estaba vestido con el uniforme formal, por lo que estaba completamente de negro, sus manos estaban cubiertas con unos guantes negros que parecían ser de cuero, y su rostro estaba cubierto por una máscara.

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⏰ Última actualización: Feb 15, 2023 ⏰

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