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Era el día de San Valentín, la escuela estaba decorada con flores rojas y rosas, había corazones de todos los tamaños y colores colgados por todos lados y, obviamente, había parejas besándose por ahí tratando de no ser descubiertos por los maestros y otros devastados por no poder esconderse de los maestros.
Llevaba un muy buen tiempo fastidiando a Cheng ya que lamentable era la única manera en la que lograba llamar su atención. Cuando toco la campana pude tomar mis cosas para dirigirme a la salida de la escuela y lo pude visualizar en la acera.
Tenía un pequeño detalle en sus manos y me percate de que una chica se estaba alejando de él. Como pude contuve mis celos y me acerque a él.
-Oh, que lindo es el amor- tarare mientras Cheng me fulminaba con la mirada.
-Cállate- masculló y amplié mi sonrisa fingida.
-¿Quién te lo dió? ¿Tú futura esposa? ¿Acaso fue la castaña?- incline la cabeza y Cheng tomó un paso cerca de mi, pero no me intimidó ni un poco.
-No tengo pensado casarme y, para tu información, no tengo ni un interés en la castaña- espetó
-Entonces ¿le romperás el corazón? ¿Eres un rompecorazones?- brome y el puso los ojos en blanco.
Se acercó más a mi, su cuerpo inclinándose sobre el mio para dejar su rostro a centímetros de mi. Su loción si que me mareo por un momento.
-No, pero yo también puedo molestarte. Así que déjame en paz- dijo lentamente.
Sonreí, lleve una mano hacia su mejilla y le di unas palmaditas.
-Sabes que no lo dejare de a hacer. Así que tienes el permiso para molestarme- susurre.
Le fue imposible contener la sonrisa que se asomó en sus labios. Antes de que Cheng pudiera decir algo y yo en pensar en lo que hacía, pose mis labios en su mejilla, cerca de su comisura derecha.
-Lindo día, enamorado- dije para después irme.
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