Capítulo 19: Beatrice

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25 de diciembre de 2016

Beatrice: 

No sé ni por dónde empezar a disculparme. Sé que lo que te hice estuvo mal, no debería haber desaparecido de la nada sin darte explicación. No estuvo bien. Sé que te preocupaste, creíste que me había sucedido algo. Pero lo cierto es que fui un cobarde. 

Las cosas iban super bien, sentía que esos 8 meses juntos eran los mejores de mi vida. Pero tuve miedo a la etiqueta. No por tener que dejar de ver a otras chicas, como sé que te dijo Camila, para mí eras todo mi mundo. Pero tenía miedo de que las cosas cambiaran, que quisieras más de mí. Y yo era un pibe recién, empezando una carrera. Temía al compromiso, y en lugar de hablarlo, como tendría que haber hecho, agarré la mochila y me fui. Mamá pensó que sabías, no te imaginas el grito que me pegó el día que le fuiste a preguntar si yo estaba bien de salud porque hacía semanas que no me llegaban tus mensajes. 

Me fui al norte, me quedé trabajando allá y ya no me importaba ni siquiera la cursada, eso también era un compromiso y encima me recordaba a vos, que me habías ayudado tanto con el ingreso. Diste todo de vos, y yo no te di nada. Fui una basura. 

La otra disculpa que te debo es la tardanza. Me tomó tiempo comprender que desaparecer así de tu vida estuvo mal. Y cuando lo entendí, sentí que ya era tarde, que una disculpa no arreglaría nada.

Pero el año pasado aprendí que puede cambiar mucho, incluso aunque llegue tarde. Es más que nada el poder desligarte a vos de cualquier sentimiento de culpabilidad que te haya podido generar. Porque no tuviste nada que ver, vos eras y sos perfecta. El problema siempre fui yo que necesitaba de alguien a mi lado para cualquier decisión.

Y en cuanto aprendí eso, traté mil veces de escribirte. Y mil una me acobardé. Recién ahora creo que finalmente podré hacerlo. Aunque aún no sé si te la llevaré personalmente, se la daré a alguien o la llevaré al correo. Sigo siendo un cobarde, nunca me quitaré eso de encima. Pero aquí va. 

La llevaré yo, lo decidí. Si abris la puerta, podré decirte todo en la cara, aunque me cuesten las palabras. Podré escucharte si tienes algo que decir y aceptaré todo lo que me recrimines. Y si no estás, siempre estarán las palabras plasmadas en este papel. Lo siento mucho Bea, espero puedas perdonarme. 

Santiago. 

Oculto tras las cartas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora