Capítulo 2: Lucy

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22 de agosto de 2015

Chico de la mesa numero 3,

Estuve días dando vueltas el asunto de tu carta. ¿Es correcto responderle a un desconocido que solamente sabe de ti porque te ha visto en tu peor momento y luego te ha seguido a tu casa? No, no es correcto. Y si se pregunta porque le estoy respondiendo finalmente, es debido a que para poder hacer la denuncia que debería hacerle por seguirme, necesito saber más de usted. Y no me venga con que no quiere que yo sepa quien es, pero como verá, no es muy lindo iniciar una carta diciendo "chico de la mesa numero 3", es sumamente extraño, he gastado muchas hojas tachando formas de iniciar esta carta.

Una vez me decidí por utilizar su "firma", me quedé pensando en que podría decirle. Es decir, no tenía nada que decirle. ¿Porqué me sentía en la necesidad de responderle? Quizás sea solamente esta necesidad mía de tener la última palabra. Y trataré de tener la última palabra de cada una de aquellas que me escribió. Habrá intentado ser todo un caballero al preocuparse por mi persona, pero no es más que un sinvergüenza como todos los hombres. Mete sus narices donde no debe y no se preocupa ni un poquito por la integridad psíquica de una mujer.

Para empezar, citaré sus palabras "no se asuste ni intente descubrir quien soy". Lamento informarle que usted ha logrado asustarme. Una carta sin remitente bajo mi puerta, proveniente de un hombre a quien no conozco pero que él si parece conocer mi nombre y dirección y que encima firma como "el chico de la mesa 3", logra asustar a cualquiera. Y ni hablar lo que ocurre cuando comienzo a leer la susodicha carta. ¡Usted me ha seguido! ¿Qué clase de pervertido sigue a una mujer hasta su casa cuando ésta se encuentra sola? Yo estaba segura de que alguien caminaba tras mis pasos, pero podía ser paranoia o coincidencia, entonces lo dejé pasar, aunque no sin mantener bien agarrado mi frasquito de gas pimienta en aerosol.

Dios santo, nunca creí que un hombre solo la pasara tan mal que tuviera que recurrir a observar cada detalle de lo que hace una mujer que no se encuentra sola, porque como usted bien dijo, esperaba a alguien, y mi ansiedad le demostraba que no era una simple amiga. Debería haber comprendido en ese momento, que usted no era muy caballero por haber estado mirando a la mujer de otro.

Gracias a Dios no se me acercó, no hubiera cometido herror mas fatal que ese, acercarse a hablarme en ese momento, hubiera hecho que estropeara todo. Él podría haber pensado que lo estaba engañando con usted y jamás querría volver a estar conmigo. Yo estoy segura de que en cualquier momento me llamará y me pedirá para hablar más calmados sobre lo que ocurrió. Me dirá que solo estaba confundido pero que no ha dejado de amarme. Yo era su chica especial. Y antes de que puedas decirme algo, sé que la palabra error no debería llevar la h, el motivo por el que se la he puesto, es para recalcar que el error hubiera sido grave.

¿Lástima? ¿Intenta llamarse el salvador de las mujeres y me dice que le di lástima? ¿Sabe usted por donde puede meterse esas palabras? Y si no vi todo aquello que usted dice, es porque no ocurrió. Él no se había acostado con nadie, conservaba su perfume de siempre, y yo sé que todas las mujeres de su oficina utilizan perfume. Lo que ocurrió es que no pudo dormir bien y le tocó un día ajetreado en el trabajo. La ropa y el cabello desarreglado, eran debido a estas corridas de su trabajo. Los labios hinchados y rosados, se debían a que había bebido demasiado café, y el calor de éste sumado a las corridas, le habían provocado ese color que usted me dice. Ni siquiera sé por que le estoy dando estas explicaciones sobre la vida de él.

En primer lugar, se sentía un intruso en mi vida porque sí lo era. Escuchaba todas mis conversaciones, deseaba interrumpir en mi cita, era un completo intruso, y aun lo es. Además, espero fervientemente que no haya querido decirme ilusa a mí. Ya serían don puntos en contra de su intento de ser un salvador. Decir que le doy lástima y que soy una ilusa no es muy bueno que digamos. En segundo lugar, él siempre observa a las camareras cuando se retira, siente la necesidad de verlas para asegurarse de que no se distraigan y retrasen su pedido. Y en tercer lugar, siempre hemos bebido el café de ese modo, él jamás le pone azúcar, dice que le gusta tomar el café puro para sentir bien su sabor. De pequeño le enseñaron que los hombres deben tomarlo así, porque de lo contrario, son "maricones", nunca he compartido ese punto de vista, pero jamás logré hacerlo cambiar de parecer. Y nuevamente estoy dando explicaciones a este completo extraño.

¿Acaso no puedo comer helado por el simple deseo de que me guste? Sí, comí helado, y sí, era de chocolate, ¿pero acaso eso implica que lo haya comido por causa de él? Mire, aquí le mando el envase vacío para que usted también pueda comer el delicioso helado tras ver que se equivocaba respecto a mi relación. Y déjeme repetirle, yo era su chica especial, nosotros éramos el uno para el otro. Por eso, cuando él se comunique conmigo, déjeme decirle que será el primero en enterarse. No necesito de ningún otro hombre más que a él, ni siquiera necesito que un desconocido que no sabe nada de mí, excepto lo que ya he mencionado, me intente dar consejos inservibles.

Nuevamente confundes todo. Habrá presenciado la situación, habrá oído nuestras palabras, pero no puede haber sentido nuestras emociones o sensaciones y eso, eso lo lleva a cometer errores. No alejé mi mano por miedo a contagiarme de algo, como usted dice, he sentido una de esas corrientes eléctricas. Una de esas que parecen aparecer de la nada y no sabes quién es el que la cargaba, si la otra persona o tú. Y el no me dejó, no me abandonó ahí, simplemente se tomó una pausa, no puede irse de mi vida de un momento para otro. Estoy segura de que no me ha dejado, debe pensar que no es el indicado para mí. Y el dinero del que hablas, ¿cree que me importa que no haya pagado un minúsculo pocillo de café? El pobre hombre debía de estar abrumado por la confesión que me había hecho, debe de estar sintiéndose culpable por el momento que hemos pasado. Pagarle un pocillo de café cuando, según usted, está rompiendo conmigo, es lo de menos.

Así que, ¿además de escuchar conversaciones ajenas también recoge basura ajena? Cada vez se convierte en una persona más extraña de lo que ya lo era. Y permítame citarlo nuevamente: "[...] no he querido ser un cualquiera que escucha conversaciones ajenas." Eso es justamente lo que ha sido, y sin conformarse con eso ha decidido involucrarse aún mas en la historia, recolectando mi basura y trayéndomela de vuelta hasta mi propia casa.

Por favor, no quiera nunca jamás volver a compararme con la basura que recoja.

Como verá, aquí estoy respondiéndole. Me pregunto si todo esto será en vano, ¿estará usted realmente esperando mi respuesta? No lo sé, pero sea como sea, he decidido enviársela.

Usted no ha compartido mi dolor, simplemente mi situación.

Lucy.

Oculto tras las cartas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora