El mal querer

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Oscura la noche, frío el viento, cálida la habitación.

Terminada su faena personal, Sportacus ha decidido tomar una ducha fría, así despertaría para ponerse manos a la obra en su vigilancia nocturna de Lazy Town. Sin embargo, prolongada fue su sesión repentina de exploración y placer.

Los tanques del, ahora desnudo y mojado hombre, seguían llenos, sus energías se recargaron tan pronto dió un mordisco a una manzana, previo a ingresar a la ducha, ahora tibia por sólo tocar su atlético cuerpo. La tarde se convirtió en noche, la noche se convirtió en el infinito y la ducha se convirtió en la habitación de una posada medieval, acompañándole su amada pasional, autora de esa exquisita carta.

Sportacus comenzo su ducha como habitualmente, abriendo la regadera y recibiéndolo todo en la cara. Agua que comenzó a generar vapor al tocar su piel, ardiente por el éxtasis y la lujuria. Acto seguido, tocó su miembro, lavándolo con delicadeza y jabón neutro.
Su miembro se encontraba duro como una roca, daba pequeñas contracciones, esperando ser acariciado por una mujer de agradable figura y buena condición física, insaciable y con deseos de ser preñada.

Al hermoso sujeto que yacía parado en la ducha, le faltaban manos para sujetar su manguera, ahora tan semejante a él: parada y ardiendo.
Con una orden de su varonil voz, pidió a su Smart Home reproducir música acorde al momento. "Ojalá sea hoy", decía la voz que sonaba en los parlantes dolby atmos de su ducha. Ojalá sea hoy, se repetía el delicioso adonis que hace suspirar a sus lectores.
Sus manos recorrían de Norte a Sur el pulsante y extendida envergadura masculina. Sus fosas nasales se abrían y contraían al ritmo de su autocomplacencia. Su corazón hacía vibrar las gotas de agua que encontraban su ruta y su destino en el mismísimo pecho trabajado y velludo del, vaya hombre, de los gluteos de acero. Sus nalgas producían una contracción, producto del retenido orgasmo... Todavía no, se decía a sí mismo; Por más excitado que estuviera, su acompañante de aventuras merecía un poco más de él. Sportacus puede durar hasta 2 horas haciéndolo bien rico, pero existe un momento donde ambos amantes explotan a la par, ese momento es el que él buscaba. Sin ningún indicador más que su imaginación, el momento se acercaba cada vez más.

En su mente, llena de sabiduría, encontraba los aromas, las texturas y las contracciones que se manifestaban en su rosado glande. En sus manos, llenas de experiencia, encontraba las sensaciones y la temperatura, encontrando la viscosidad pertinente para este momento. En sus adentros, llenos de semen, encontraba el momento exacto donde su puntería era probada una vez más.

Ni siquiera él sabe cuánto tiempo pasó, cuántas veces el cielo y la tierra se encontraron con un relampagueo que produjo la electricidad en las puntas de sus pies y manos, indicando el final, para iniciar una vez más. Tal vez estaba desperdiciando mucha agua, pero de no estar bajo la ducha, se habría incendiado todo Lazy Town, con tanto calor, tanta fricción en el movimiento y, sobre todo, tanto fuego, que emana de su legendario abdomen y entrepierna.

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Aproximadamente a las 10 de la noche, aún con mucha energía y líquido masculino en su interior, Sportacus se dispone a realizar su patrullaje nocturno. Regularmente no ocurre nada más que algún grupo de adolescentes rociando pintura sobre algunas paredes, estudiantes de preparatoria que se fugaron para relajarse un poco, reírse y prender fuego a algunas plantas.

Esta noche era especial, dentro de él existían las cenizas del fénix, en su exterior, el plumaje del renacimiento. Su inspiración ahora tenía una inicial en su haber, S.

La hora llegó, el aún excitado hombre se paró en su podio transportador, éste se activo al sentir sus 89 Kg de puro músculo y, con un movimiento suave, Sportacus fue transportado hasta la plaza principal de Lazy Town.

StingyTacus - Serendipia de pasión en Lazy TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora