La canción

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¡Qué noche!

Sportacus era el primer amante de Stingy, pero eso no le importaba a éste, tenía plena seguridad de que si existiese el destino, el sendero de su vida siempre lo llevaría a los brazos de su amado y fuerte hombre; Alto y flexible como un atleta, apuesto y elegante como un caballeroso aristócrata de la época Victoriana. Un amor atemporal, un románce de época, florecía en sus pechos con cada palpitar de sus corazones, sincronizados bajo el estrellado manto que los acompañó la primera vez que hicieron el amor.

La bendición del amor que enarbolaba la dicha de este sagrado pero mortal acontecer, acrecentaba el ritmo del suspirar enamorado del hombrecillo de vestimentas amarillas.

Las mejillas del chiquitín, rosadas como el algodón de azucar, apuraba el tacto gentil hacia el ferviente y cálido pecho del osado guardian; Mas osadas eran las miradas de tierna lujuria que se dedicaban desde el entrecejo hasta la entrepierna.

Sportacus meditaba, en completa paz entre la semi oscuridad de la habitación/cúpula. Aún anochecía sobre la ciudad, aún quedaban algunas horas antes de escaparse a sus rutinas, sus merecidas, pero injustas penitencias, producto del blasfemo acto sexual, carente de toda santidad. No por sus preferencias sexuales, juzgadas por los poco ortodoxos, los obtusos y los murmurantes; Sino por la forma casi inhumana en cómo el amor de ambos lograba extender las barreras físicas de la lógica, la física y la anatomía de un hombre de menos de un metro y sesenta centímetros. Todo sea por alcanzar la gloria y saborear el placer de un minuto más en el paraíso, o en otras palabras, con Sporta "dedícame una de La Tokischa" cus, bien dentro de su pecho, su intestino y sus nalgas.

Sin mediar palabra, sin agitar un sólo dedo, bastó con el toque de sus miradas, para que ambos supieran que era momento de disfrutar de los beneficios de la renta (aunque sea por una sola noche), de un lugar tan maravillosamente romántico.

Como quien toma una toronja, con firmeza y tratando de sujetar toda la fruta con una sóla mano, el hombre del bigote de Zero Moustafa, sujetó la mejilla derecha de Stingy, lo atrajo hacia su cuerpo y le demostró, sin besos, el amor y la pasión que siente por éste. Aunque su cara salió intacta del agarre y sus miradas ahora sólo se cruzaban por el enorme espejo que yacía frente a ambos, ambos rostros comenzaban a tornarse rojos como lava de un volcán a punto de vaciarse sobre el suelo volcánico circundante.

Cuando el entendimiento es mutuo, sobran las palabras. Un asentir de ambos, indicó al taladro con músculos que diera "play" al primer video musical que apareciera en la pantalla de la alcoba, en la playlist "canciones para hacer el sin respeto". El fin de semana o el conejo malo aparecerían después del anuncio de cinco segundos, otorgando un ritmo que acompañase el penetrar de los amantes. Era curioso, pero nunca habían compartido una canción hasta ese momento. No realmente, pues la gutural expresión de ambos jamás les permitió escuchar otra cosa en el pasado.

Con el tiempo aprendieron a calmarse un poco, a disfrutar de otras formas, a sentirse aún en lo cotidiano y lo vanal, para evitar el decaimiento de la relación con el pasar de los meses, como muchos acostumbran. La práctica más calmada, les permite escuchar atentamente el beat que retumba en los parlantes bajo la pantalla de 55 pulgadas. Stingy no conocía esta canción, pero desde ahora sería su favorita.

Sportacus amaba esta canción.

Sportacus escuchaba a diario esta canción mientras hacía cardio.

Sportacus compartía esta canción con una chica de cabello rosado, mientras le hacía lo mismo que le hacia en estos momentos al ignorante e inocente que tenía frente a sus rodillas.

Por más canalla que ésto sea, al guardián número diez, le excita pensar que tiene a ambos, Stingy y Stephanie, en la misma cama, mientras escucha esta canción.

Stingy conocerá una vez más las consecuencias de amar a un hombre mayor.

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⏰ Última actualización: Aug 28, 2023 ⏰

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StingyTacus - Serendipia de pasión en Lazy TownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora