flowers... again

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Era un día bastante productivo para nuestro oso tryhard, yendo de cueva en cueva buscando materiales para él y sus compañeros

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Era un día bastante productivo para nuestro oso tryhard, yendo de cueva en cueva buscando materiales para él y sus compañeros. Consiguiendo una buena cantidad de ellos, además de experiencia adicional de los mobs que acechaban por ahí.

Sale de la que sería la última mina del día, lo suficientemente cansado y sucio como para ponerse de mal humor. Últimamente los admins se ponían más severos con él, colocando monstruos a montón o lanzandole rayos de la nada.

Se seca el sudor con el dorso de su mano, arrepintiendose rápido de su acción al ver su extremidad repleta de tierra, ahora mezclada con su fluido corporal. Aumentando su paso hacía su base para poder bañarse lo más pronto posible. Odiaba estar sucio.

A lo largo de su camino se encuentra con varias personas, esquivandolas en el acto. No era hora de lidiar con gente estúpida.

Aunque si lo piensa, su manada está rodeada de estúpidos que por alguna razón siempre están al borde de la muerte. Excepto por Shadoune. Él está bien.

Cuando parecía llegar a su destino, lo escucha.

Pero la puta madre...

- Hey Spreen!

¿Por qué le persigue la desgracia?

- ¿Qué mierda querés, capo?.- intenta, en serio intenta ser lo más amable posible, pero el cansancio, la suciedad y su mal humor eran más fuertes.

- Oye, ¿A dónde tan grosero? Solo vine aquí para darte un regalito por ser tan pinche hermoso.

Lo observa sacar de su inventario una hermosa rosa, lucía muy bien y su vibrante color rojo la hacía atrayente a la vista.

Por un minuto pensó que iba a tirarsela en la cara como la última vez, pero no sé espero lo que hizo.

El castaño, en un movimiento suave, coloca la dulce rosa entre el ondulado cabello azabache. Ahora viéndose más llamativo por el resplandeciente color de la planta.

- Ten, una folr p-para otra flor.- dice medio nervioso de repente y con las mejillas levemente sonrosadas, para después voltear e irse por dónde vino lo más rápido que pudo.

¿Y Spreen?

Se encontraba sorprendido, confuso y hasta se podría decir nervioso.

Su pálida mano toca con delicadeza los pétalos de la flor enganchada en su cabeza, sus peludas orejas se mueven inquietas y su cola se agita.

En automático, arranca la pobre planta y la tira por ahí. No aceptaría nada de aquél chico tonto.

Vuelve a emprender su camino a casa, pensando cuál sería la próxima ocurrencia del de suéter rojo.

Complicated || SproierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora