confession

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Roier no pudo evitar temblar

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Roier no pudo evitar temblar.

Sus callosas manos sostenían con firmeza el pedazo de papel finamente decorado, de caligrafía elegante y trazos dinámicos.

¿De quién?

"De Spreen, para Roier."

¿Con qué derecho?

"Espero en serio que me perdones por lo sucedido..."

¿En serio?

"Quería invitarte a una salida de disculpas."

¿Desde cuándo le importaba lo suficiente?

Y sin poder evitarlo, las lágrimas recorrieron su demacrado rostro. Una pequeña y esperanzada sonrisa se formó en su boca, y sus ojos repletos de agua volvieron a tener ese brillo de ilusión.

Oh por favor, no lo culpes por sus hermosos sentimientos. Te conozco.

Era solo un pobre jóven enamorado, con un corazón tan noble como ciego.

—¿Qué lees, mien?

El chico de lentes frunce su ceño en molestia al escuchar el agudo chillido de su amigo.

—No me asustes así, pendejo!

Reclama el de sudadera roja, dejando de prestarle atención al hecho de que todavía tenía lágrimas recorriendo sus mejillas.

—Espera we, ¿Estabas llorando?

La preocupación pinta la voz de Mariana, sea lo que sea que allá en esa hoja de papel, había hecho llorar a su mejor amigo.

Y ya podía imaginarse de quién podría ser.

El más bajo en un acto desesperado intenta inútilmente el secar su cara. Que lo único que provoca es que se sienta patético, de repente las ganas de echarse a llorar otra vez son muchas.

El más alto se da cuenta, sabe lo mal que ha estado y entiende que se sienta confundido. Solo tratará de brindarle toda su comprensión.

Rodea sus largos brazos alrededor del más pequeño, acariciando con cariño su espalda en señal de apoyo.

Las manos contrarias toman su capa buscando algo en que sostenerse, arrugando en el proceso la carta que lo tenía en ese estado.

—Tranquilo, bes fiend. Si quieres puedo ayudarte con eso de la carta.

Su tono sale tan bajo que casi parece imperceptible, pero es escuchado por el menor que aprieta aún más la tela roja.

—¿En serio?

El de bandana levanta su mirada, sus ojos marrones están rojos e hinchados de tanto llorar, y su voz sale quebrada en su intento por hablar.

—Por supuesto, Roier. Cualquier cosa yo estoy aquí, mien.

Complicated || SproierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora