A SPROIER FANFIC |
Spreen era una persona muy hermosa, pero excesivamente complicada. Y Roier lo aprendé a las malas.
O
Donde Roier está enamorado de Spreen e intenta cortejarlo, lástima que el oso no es alguien fácil de manejar.
Se shippean cubi...
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Hacía meses que no se hablaban.
Desde esa confesión fallida, Roier con todo su coraje se había llevado sus cosas y mudado lo más lejos posible, siendo seguido por Mariana.
Perdiendo contacto con todo el team de ese oso que tanto le lastimó.
Ahora él era uno de los pocos en pie en ese mundo apocalíptico, abandonó su antiguo hogar para comenzar una vida nómada. Mientras la barrera celeste brillante poco a poco se encogía, destruyendo todo a su alrededor.
Estaba solo, su mejor amigo Mariana hace tiempo que perdió su única y última vida. Dejándolo en aquel cruel lugar con el corazón roto.
También tenía entendido que gran parte de aquel poderoso team estaba muerto, a excepción del chico de sombras y para su desgracia, el híbrido de oso.
Le dolía un poco, era gran amigo de Missa y Quackity, pero parece que a las buenas personas les pasan las peores cosas.
Hace poco que conoció a un chico, que aparentemente estaba igual de solo que él. Yendo de aquí para allá para no ser alcanzado por la mortal barrera.
Un jóven castaño con pijama amarilla, que a pesar de la situación en la que se encontraban, lucía entusiasta y alegre.
En realidad le agradaba, tenían el mismo humor lo que hizo que conectarán más rápido.
Se lo agradecía; sin que se de cuenta, con sus chistes y ocurrencias hacía sus últimos días ahí más amenos.
Ambos se hicieron un equipo, uno bastante ruidoso e hiperactivo.
Se hicieron la compañía que les faltaba, mientras poco a poco, su mundo se terminaba y todos morían.
[...]
Miles de cosas pasaban por su mente, la sensación de que algo malo le pasaría le comía la cabeza.
La vergüenza le llenaba.
Después de su declaración fallida, había aceptado el hecho de que Roier no le hablará. Se lo merecía.
Pero fueron pasando los días, las semanas e incluso los meses. Dos meses de agonía, en los que parecía que el castaño con suéter de spiderman nunca regresaría.
Y lo admite, por un tiempo pensó que el chico de bandana se arrepentiría de sus palabras, que iría de rodillas a rogarle una disculpa y otra oportunidad. Que él obviamente le daría.
No pasó, si llegaba a verlo era en la distancia; Roier ni siquiera le miraba cuando estaba cerca.
Se sintió mal, se sintió inútil. Incapaz de mantener las cosas que quiere en sus manos.
