Capítulo 4

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Ambos jóvenes se observaban fijamente mientras caminaban manteniendo una distancia prudente entre ellos. Los equipos estaban en el suelo, y sus únicas armas para protegerse o pelear eran sus puños. A su alrededor habían mesas y sillas, además de otros objetos que alguna vez fueron de decoración y ahora no eran más que basuras empolvadas. Que algunos muebles estuvieran tapados con telas hacía más tétrica la habitación, pobremente iluminada por la luz que se colaba por las ventanas y el agujero del techo, pero a ninguno de los dos le importaba. Ahora lo que seguía era quién atacaría primero.

— ¿Qué no te preocupan tus compañeros allá afuera? — Levi dejó de moverse y adoptó una pose de pelea, con los puños delante de su rostro y piernas flexionadas. El hombre era pequeño, pero todos sabían lo rápido que era para moverse, y sus reflejos eran de temer.

La chica rió, se detuvo y llevó los brazos flexionados hacia delante. 

— Ni un poco, ¿No te preocupan los tuyos? — Afuera se escuchó un estruendo, pero ninguno de los dos se movió.

— Tampoco.

Fue entonces que la chica dio un fuerte impulso y Levi apenas pudo esquivar el golpe que iba directo a su mandíbula. Rápidamente contraatacó con un derechazo del que ella se salvó agachándose; apoyó las manos en el suelo para darse impulso y golpear la parte trasera de las rodillas del capitán, que como había pasado antes, no pudo esquivar y cayó de espaldas al suelo. Por un momento quedó sin aire, y en el corto tiempo que le costó levantarse, la chica no aprovechó para tirarsele encima y darle el golpe de gracia. En cambio, lo esperaba a un metro de él para seguir, sonriente. 

— Uh, ¿Le fracturé la espalda, anciano? — Levi deseó quitarle esa maldita sonrisa de la cara, ahora sí que estaba molesto.

Esta vez el capitán golpeó una y otra vez a la mujer, que a duras penas pudo pararlos con sus brazos , y no atacó hasta que vio una abertura para golpear el estómago del hombre. "Maldita sea" pensó Levi, quién sin pensar en recuperarse atacó, alcanzando a golpear el rostro de la chica. Ambos se alejaron, tratando de recuperar el aliento; notó que el labio de la chica sangraba, pero como si no le importara, ella seguía sonriendo. Fue entonces que extendió una mano hacia una de las sillas y la lanzó sobre el hombre, quién usó sus brazos para cubrir el impacto. Para cuando levantó la cabeza la muchacha ya estaba frente a él con el puño levantado, impactando directamente en su rostro. Cayó al suelo, pero esta vez antes de que pudiera levantarse, Emma le inmovilizó sosteniendo sus brazos y piernas como podía. Levi estaba enfadado y confundido. ¿Cómo era posible que ella tuviese tanta fuerza como él? ¿Qué demonios era lo que comía en un lugar como ese? 

— Suéltame, mujer asquerosa — ordenó iracundo, y los ojos de la chica se abrieron de par en par ante la sorpresa.

— ¿Cómo demonios me llamaste, bastardo? — Levi pudo soltar un pie y con este la empujó, cayendo de espaldas. Ambos pudieron ponerse de pie al mismo tiempo y se abalanzaron sobre el otro. Los dos igual de furiosos, se sostenían los puños como podían en un forcejeo que parecía eterno. En un movimiento rápido, pudo soltarse y golpeó a la chica en el rostro tan fuerte que ella tambaleó; Levi, irritado, cogió uno de los objetos que encontró, un florero al parecer, y lo arrojó sobre ella. Se acercó rápidamente hacia ella mientras la veía aún cubriéndose el rostro.

— Vives rodeada de suciedad, eso te convierte en una asquerosa — Levi aprendió una cosa en esa parte de las murallas. Muchas veces los hombres con los que peleaba se dejaban llevar por el enojo y la impulsividad, a tal punto que era sencillo atacarlos de vuelta. Quería intentarlo con ella, y de alguna forma funcionó, porque se enfureció, pero definitivamente no como esperaba.

Cuando estuvo frente a ella, la muchacha lo sujetó del cuello de la camisa, apretó los dientes y echó la cabeza hacia atrás. Para cuando había entendido lo que haría, Levi no pudo esquivarlo y recibió un doloroso cabezazo en la frente que le nubló la vista. Tambaleó y cayó; Emma volvió a ponerse sobre él, inmovilizándolo completamente. Por ese momento sintió sus extremidades adormecerse y apenas podía forcejear.

Quién diría que el que reaccionaría impulsivamente sería él.

— Te dije, maldito hijo de puta, que tenías que escucharme primero — vociferó, para entonces su vista se estaba recuperando, y se encontró con un rostro enrojecido y un par de ojos brillantes y expresivos. El cabello que no era demasiado largo, le caía por un lado y se movía al ritmo que ella exhalaba. A diferencia de como él pensaba, y de cómo le había llamado, olía bastante bien; una mezcla de flores y sudor que no se le hacía desagradable.

— Mi misión es atraparte, no escucharte. — forcejeó como pudo, pero era inútil. Gruñó. — quítame las manos de encima.— Emma soltó una risita.

— Pues creo que fue otro el atrapado.

Sus respiraciones se habían calmado, pero ninguno de los dos se movía, como si estuviesen hipnotizados por los ojos del otro. No fue hasta que se escucharon unos pasos apresurados fuera de la habitación que los sobresaltó y les hizo reaccionar. Para cuando se había abierto la puerta, Levi había empujado a la chica, que en un intento de darse la vuelta y correr, cayó de frente. La sujetó por los brazos, doblándolos contra su espalda y reteniéndola firmemente.

— No lo creo. — Murmuró. Emma gruñía y se removía fuertemente bajo su cuerpo, pero ambos sabían que de allí no había escapatoria.

Hange miró a ambos con la boca abierta. La escena para sus ojos fue bastante sorprendente. Muebles destrozados, Levi sangrando, la chica siendo sujetada a duras penas. Se maldijo a sí misma por no haber llegado antes y ver ese espectáculo, seguramente fue una digna rival para el soldado más fuerte de la humanidad.

— Bueno, muchachita, estás oficialmente arrestada por el cuerpo de exploración.



Mi último aliento - Levi Ackerman Donde viven las historias. Descúbrelo ahora