El cabo se encontraba mirando por la ventana un gris amanecer; parecía que iba a llover y hacía un frío terrible. Sostenía la taza de té entre sus manos para que estas se mantuvieran en calor. La puerta a sus espaldas se abrió, y él suponiendo ya quién era, no volteó.
— Levi, ¿Ya estás despierto?
— Sabes que duermo poco, cuatro ojos. — La aludida cerró a sus espaldas y caminó para tomar asiento en la cama ubicada a la derecha del cuarto, a veces el cabo pensaba en quitarla ya que ni siquiera dormía en ella.
— Ya sé, ya sé, pero nunca pierdo la esperanza de que hayas dormido unas horas más — Levi bufó, y dio un sorbo al contenido de su taza.
— ¿Qué quieres? — preguntó. Aunque solían conversar, se dio cuenta que Hange jugaba con sus dedos y mantenía la cabeza gacha. También solía entrar diciendo alguna tontería o haciendo chistes, pero no lo hizo. Dudó un poco antes de responder, así que rió levemente y se llevó una mano al cuello.
— Bueno, respecto a la misión de hoy... — suspiró, mirando hacia la ventana. — Vas a volver a la ciudad subterránea, ¿Estás bien con eso?
— Te preocupas por mí, que adorable de tu parte — ella volteó hacia él con una expresión seria.
— Así es, Levi. Sé que pasaste cosas horribles allí, sé que hay cosas que ni siquiera me haz contado, pero me basta con ver tu actitud y cómo te comportas para saber que no fue fácil.
— ¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué pasa con mi comportamiento?
— Por Dios Levi, duermes en una silla— Claro, tiene un buen punto, pensó Levi. Puso la taza en el platillo de la mesita a un costado de la ventana. Sus manos se sentían cálidas. — Además que desde que Erwin te dio esta misión haz estado más callado que de costumbre. — Se cruzó de brazos, suspirando. — Y eso que estamos hablando de ti.
— Quédate tranquila, de todas formas irás con nosotros. Si quiero llorar simplemente te buscaré y te pediré un abrazo.
— Levi, no seas payaso — aunque no la estaba viendo, supo que le hizo sonreír, y con eso le bastó. — No sé porqué me preocupo por tí, ni siquiera pienses en buscarme si realmente sufres un colapso emocional o lo que sea.
— No soy un chiquillo para estar llorando. Ese es el papel de Eren. — Se puso de pie, tomó el platillo con su taza ya vacía y se dirigió a la puerta. — No me hables con este sentimentalismo de nuevo, me dieron náuseas. — Tomó el picaporte, pero antes de girarlo, se tensó un poco. — Y deberías saber que soy bastante hablador — dicho esto, giró la manilla y salió de la habitación.
Pero Hange tenía razón. Aunque no quería reconocerlo, estaba nervioso de volver a ese lugar. Todos lo notaban menos él. Tenía muchos recuerdos de allí, más malos que buenos, y tristemente el lugar es el mas lúgubre de todas las zonas de las murallas. Sucio. Nada de luz, todo lleno de polvo, enfermedades. Muerte. Dejó la taza y el platillo en la alacena y se dirigió a la sala de reuniones para esperar a sus cadetes.
La misión consistía en ir a arrestar a un grupo de criminales que utilizaban equipos de maniobras especiales. Los chicos se preguntaban como rayos fue que los consiguieron, pero para Levi no era muy difícil imaginárselo cuando él en su juventud hizo exactamente lo mismo. Qué podía esperar de guardias que trabajaban ebrios y lo fáciles que eran para manipular.
Los cadetes y Hange llegaron una hora después que el cabo, quién esperó que todos estuvieran sentados alrededor de la mesa para extender un viejo mapa en esta, con ubicaciones cuidadosamente marcadas. Sólo se trataba de atrapar a unas sucias ratas, pero las ratas son escurridizas y veloces, y eso era una desventaja en un lugar tan oscuro como es la ciudad subterránea. Aún así, se trataba de su escuadrón, les tenía confianza y sabía que eran capaces de mucho.
— Bien, ¿Todos recuerdan qué hacer?
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Mi último aliento - Levi Ackerman
أدب الهواةLevi Ackerman, considerado el soldado más fuerte de la humanidad, un hombre aparentemente frío y sin corazón, se ve perturbado ante la presencia de una mujer. Una criminal de los suburbios que al igual que él, tuvo una vida dura en la cual luchó cad...