— ¿Entonces qué haremos con la chica?
— No podemos hacer mucho, está acusada de robos y de posible asesinato.
Hange se llevó las manos a la cabeza; frente a ella estaba Levi apoyado contra la muralla, el dolor en su cuerpo comenzó a manifestarse unos veinte minutos después de la pelea con aquella mujer, y bien que seguía molesto.
— Es verdaderamente una pena; sino logramos conseguirla para nuestro escuadrón como lo hicieron contigo, la colgarán... — Levi seguía sin decir nada, solo estaba allí, de brazos cruzados viendo la pequeña desesperación de la cuatro ojos. — es demasiado buena en el manejo del equipo, y...
— Es cierto — el pelinegro suspiró, llevándose una mano a su boca, tocando la dolorosa herida que ya estaba cicatrizando. — Es bastante buena para que esos idiotas la asesinen, pero si ella tiene que morir, será por mi propia mano.
Antes que Hange pudiese decir algo, aparecieron Gunther y Auruo con la chica agarrada por los brazos. Fueron bien advertidos de su facilidad de atacar y esquivar, así que estaba bien sujeta de manos por una cuerda. Levi la observó de pies a cabeza, aparte de tener unos moretones aquí y allá, y unas heridas en el rostro, estaba bien parada y parecía como si no le doliera nada. Aunque bien, solo Emma sabía cuánto dolor estaba sintiendo en el abdomen por todas las patadas que recibió del capitán.
— Bien, saldremos de la ciudad y te llevaremos al juzgado dentro de la muralla Sina, ellos decidirán cómo acabarás — comentó Hange al tiempo que aparecían los demás subordinados de Levi. Notó entonces que la chica miraba bastante a su alrededor, como si buscara algo. — Si buscas a tus compañeros, no fueron atrapados. Solo encontramos los equipos tirados, pero ninguna señal de ellos.
La chica fijó sus ojos en la más alta, como si se asegurara que no le estuviera mintiendo, para luego mirar a Levi. Para ambos era muy claro lo que trataba de decirle.
"Te lo dije"
Guiada por los oficiales, pasó frente a este con una media sonrisa y la cabeza gacha. Levi chasqueó la lengua y salió tras ellos.
Impactante.
Tal vez esa sea la palabra para describir lo que vieron al salir de ese edificio abandonado. A cada lado de la calle que los conducían a la salida estaba lleno de personas. Todos inmóviles, como un ejército esperando las órdenes de su comandante. La chica levantó el rostro, se irguió y ella misma inició el paso que el resto detuvo por la sorpresa de encontrarse con esa multitud. Su rostro parecía inexpresivo, pero había algo de gallardía que emanaba con cada paso que daba. Hange se dio cuenta de que esta nueva pose que había tomado pareció calmar a los ciudadanos, y la tensión que hace un momento era casi palpable, se había ido.
Se subió a la carretilla, sentándose como pudo con dos de los hombres más altos del grupo a cada lado, y frente a ella, ese enano de fuerza descomunal que no le quitaba la vista de encima. Giró para observar a su gente, entre ellos niños pequeños que lloraban y le observaban con gran tristeza. Tal vez esa sería la última vez que pudiera verlos, y definitivamente no quería que fuese su último recuerdo. Les sonrió de la forma más sincera que pudo, y ellos como pudieron se la devolvieron.
— Volveré. Es una promesa. — La carretilla empezó a moverse, saliendo de ese oscuro y sucio lugar para el escuadrón, pero que para aquella chica era el más importante del mundo.
Cuando dejó de verlos tras doblar en una subida, suspiró y volvió su vista hacia el hombre frente a ella, que aún entonces seguía mirándola.
— ¿Qué me ves tanto? — preguntó bruscamente, cosa que hizo toser a uno de los muchachos, mientras que el resto le miraban aterrados.
— Definitivamente tu bello rostro, no. — respondió de inmediato, la chica rió, cruzándose de piernas.
— Está bien, no seas tímido, suelo causar esa impresión — comentó con coquetería, pero la mirada del capitán solo se ensombreció. — Era una broma, por Dios. ¿Alguien puede decirle que deje de mirarme como si quisiera asesinarme? o besarme, la verdad es que estoy bastante confundida ahora, como verán, caí de un techo.
— Lo lamento, pero esa es su cara normal — la voz de Hange, quien estaba al frente de la carreta se escuchó.
— Realmente no hay respeto ante la autoridad en esta parte de la ciudad, aunque no me sorprende en lo absoluto. — un muchacho de cabellos algo rubios y de apariencia altanera miraba con desdén a la chica, quién se rió en su cara.
— Auruo, el maleducado eres tú — la chica del grupo golpeó al tipo en la nuca, quién de inmediato comenzó a protestar y gruñir algo sobre respeto que no le interesó en lo más mínimo a Emma.
— ¿De quién crees que es la culpa? —inquirió finalmente el capitán.
— Mmh, supongo que de aquel que me persiguió en primer lugar — respondió la chica, con el ceño fruncido. — No tenías por qué golpearme tan fuerte, ¿Que no te enseñaron a no golpear a las chicas?
— Sí, pero no voy a quedarme quieto cuando ellas me golpeen a mí, ni menos con las que pelean como animales — su rostro no cambió en lo absoluto al decir estas palabras, parecía que Emma tendría que acostumbrarse a su sombría mirada lo que le quedara de vida, que así como iban las cosas no demoraría demasiado. — De todas formas, no caíste del techo, simplemente aterrizaste, se nota que tenías las cosas bien planeadas.
La muchacha esta vez cambió su expresión juguetona a una más seria, y apoyó completamente su espalda en el borde de la carreta. Levi había esperado que le contestara de vuelta, pero fue como si toda el aura de ella se oscureciera, como si recordara el porqué estaba allí.
El capitán iba a decir algo para molestarla, pero una brisa llegó a ellos y Emma levantó su rostro con suma curiosidad. Finalmente apareció una luz al final del oscuro túnel que pareció iluminar su cara. Los muchachos se dieron cuenta de esto.
— Esta... ¿Es tu primera vez fuera de la ciudad? — Petra preguntó con curiosidad, la aludida volteó de inmediato, y sus mejillas se tornaron levemente rosas.
— Eh, ¿Se nota demasiado? — volvió a voltear hacia la luz, ahora el viento se sentía con mayor fuerza y un olor a humedad los envolvió a todos, mientras que el ruido exterior crecía cada vez más. Estaba lloviendo. — Si, así es. Esta es mi primera vez.
— ¿Realmente jamás habías...? — Gunther, realmente confundido observaba con curiosidad a la chica de cabellos castaños, quien negó con la cabeza. — Vaya, eso es muy...
— Triste, ¿Verdad? — se adelantó, ya la luz del día había iluminado el final del túnel, parpadeó unas cuantas veces para tratar de acostumbrarse a la intensidad de la luz, mientras que sus ojos se movían lo más rápido posible para ver a su alrededor.
La tela que cubría la carreta le quitaba bastante vista, así que se incorporó y avanzó rápidamente hasta la abertura que había en la parte trasera del transporte. Erd se había preparado por si intentaba escapar y también se había incorporado, pero Levi le sostuvo de la capa antes que agarrara a Emma.
— Déjala — murmuró, obligándolo a sentarse de nuevo.
Después de todo, Levi también estuvo en su lugar en algún momento de su vida, y siendo probable que fuese su primera y última vez en las afueras de su ciudad, incluso él encontraba cruel arrebatarle ese momento.
Ya se reiría en su tumba luego. O en su escuadrón, o donde acabara primero.
— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó Gunther, y todos los del grupo la miraron con atención mientras trataba de extender sus manos para recibir algo de lluvia.
— Emma — respondió tras un silencio, volteando sonriente con una pequeña cantidad de agua entre sus manos. — mi nombre es Emma Bennett.
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Mi último aliento - Levi Ackerman
FanfictionLevi Ackerman, considerado el soldado más fuerte de la humanidad, un hombre aparentemente frío y sin corazón, se ve perturbado ante la presencia de una mujer. Una criminal de los suburbios que al igual que él, tuvo una vida dura en la cual luchó cad...