NOTA DE LA AUTORA: Ojito mi gente que en este capítulo se utiliza un lenguaje algo fuerte, no se me vayan a infartar. Gracias por leer y espero que lo disfruten <3.
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Esto realmente era molesto.
La luz apenas se colaba por las ventanas que rodeaban la puerta, pero no podía ver nada desde donde estaba. Y bueno, ese era la idea de una prisión, ¿no?
Su cabello seguía húmedo al igual que su ropa, y el frío que empezaba a colarse en la tarde era incluso peor, pero se negaba a enfermar. Notó las sábanas de lo que era su diminuta cama, y al revisar que eran varias por el invierno, aprovechó de sacar una y secarse lo más posible. De todas formas tendría que esperar hasta el día siguiente ya que el juicio se había aplazado, así que podía dejar su ropa en el lavabo para que pudiese secarse sin estar apurada. Demonios, ni en la ciudad subterránea se sentía tanta humedad.
Se estaba quitando la camisa cuando escuchó la puerta de la prisión abrirse seguido de unos pasos. Se abrochó los botones tan rápido como pudo, deteniéndose al ver quién había llegado. Era la chica que estaba en el equipo que la arrestó. Esta la observaba con una sonrisa que se le borró en un instante al verla con la sábana.
— ¡Demonios! sigues empapadisima, realmente lo lamento — de inmediato abrió la celda y le pasó una manta con un cambio de ropa antes de volver a cerrar. — Debes estar congelada, iré a buscarte algo caliente para que comas.
— Está bien, tranquila — le sonrió en un intento de que se calmara. — De todas formas, estoy acostumbrada a que traten de matarme — lo que suponía que sería una broma que la hiciera reír, funcionó completamente al revés. La cara de la chica palideció y corrió a la puerta para gritar algo que no alcanzo a entender. — ¡Era broma! Maldición, ¿Que acaso nadie entiende estas cosas aquí?
Aprovechó entonces de cambiarse y secarse mejor. Desabrochó su camisa y la dejó doblada sobre la cama, estaba temblando, pero si pensaba en la cálida manta que le trajo Petra y en la comida caliente, era suficiente para calentar su pecho. Escuchó nuevamente los pasos, y como sabía que era ella, no le importó estar semidesnuda.
— ¿Sabes? A pesar de que esta es mi primera vez fuera en una lluvia, no me importaría enfermar — comentó risueña, tomando la nueva camisa que le habían entregado — el olor a tierra mojada se ha vuelto mi favorito, así que espero que mañana siga el mismo clima.
Volteó finalmente hacía donde estaba Petra, o donde pensaba que estaría, porque definitivamente no estaba donde creía, ni menos era Petra la que estaba allí de pie. Levi la observaba en silencio, con un rostro que para Emma era imposible de descifrar. Parecía haberse quedado inmóvil al igual que la chica; en un silencio acompañado solo por la lluvia, ambos se miraban prácticamente boquiabiertos.
"Bien, este enano está aquí, pero, ¿Por qué me tomó por tanta sorpresa? ¿Qué estaba haciendo yo?" Emma miró sus manos, viendo la camisa entre ellas. "Ah, claro, me estaba cambiando... Me estoy cambiando. Y estoy sin camisa."
— ¡Tarado! ¡¿Hasta cuándo te quedarás ahí mirando?! — su voz de repente volvió a su garganta y pudo gritar mientras se cubría. Levi parecía haber pasado por todos los colores existentes en su cara, y tras el grito pudo reaccionar y voltearse con graciosa violencia hacia la pared.
— ¡¿Cómo se te ocurre desvestirte así como así?! ¡Está lleno de hombres este sector!
— ¡¿Y qué querías que hiciera?! Prácticamente me estaba congelando aquí toda mojada, ¡Si no fuese por Petra ya estaría aquí tirada y muerta! Y creeme que tú serías el primero al que perseguiría como fantasma.
Emma en cinco segundos ya estaba completamente vestida y seca, sentía su rostro arder en una mezcla de vergüenza y rabia. Juntó su ropa y la dejó en el lavabo mientras se enrollaba en la manta que le trajo la mujer, lanzándose a su mini cama.
Levi que ya había dejado de escuchar ruidos, se volteó con sumo cuidado, mirando de reojo a la chica sobre la cama. Cuando la vio enrollada, suspiró y se giró completamente hacia ella, cruzándose de brazos.
— Tienes razón, lo lamento — terminó por decir — pero yo no te dije que te pusieras bajo la lluvia, es más, te dije que te quitaras — la chica, ofendida, abrió su boca lista para protestar — y se supone que esto es una prisión, no una residencia lujosa.
La chica quiso contradecirlo, pero no supo qué decir. Murmuró algo sobre que por último le hubiesen pasado una toalla, pero antes de que terminara, Petra apareció llevando una bandeja con platos humeantes. Fue como si olvidara que estaba molesta y la mueca que tenía fue reemplazada por una amplia sonrisa. Se levantó de inmediato y se acercó ansiosa a la reja.
Levi notó entonces que tenía dos encantadores hoyuelos bastante pronunciados. Sus pestañas eran bastante largas, pero rectas, podía jurar que incluso llegaban a tocar su piel al pestañear. Como era de esperar, la piel de la chica era pálida, solo sus mejillas estaban de un leve tono rosa por el frío que tuvo que haber sentido. No debía ser más alta que él. Emma notó que la observaba y se volteó hacia él mientras sostenía la bandeja, mirándole con una ceja levantada.
— Esto era lo mínimo que pedía, gracias por nada — se acomodó sobre la cama, y miró sonriente a Petra — a ti si te doy las gracias, cariño. Gracias por la comida. — Y se dispuso a beber la sopa.
La puerta de la prisión volvió a abrirse, y ambos oficiales voltearon a ver. Emma se fijó que Levi ponía cara de fastidio, aunque esa era su cara normal desde que lo vio, esta vez se noto un cambio. Un hombre alto, de unos 40 años apareció riendo en un tono burlón, y la chica de inmediato dejó la cuchara en la bandeja. Su rostro que hace un momento desbordaba felicidad, ahora estaba serio y alerta.
— Vaya vaya, finalmente te atraparon, ratita — los dos oficiales lo miraron sorprendidos, y Emma se rio.
— Tuvieron que enviar al maldito escuadrón del cuerpo de exploración para hacerlo, porque tú y tus hombres fueron incapaces — y susurrando, continuó: — lo que no me sorprende para nada con su incompetencia... — el hombre hizo retumbar la reja de una patada, pero la chica se mantuvo quieta.
— Oye, ¿Qué demonios crees que haces? — Levi se le acercó peligrosamente, y el tipo retrocedió casi de inmediato.
— Capitán Levi, no me digas que vas a defenderla — inquirió incrédulo, como si estuviese diciendo una estupidez — esta mujer es una criminal, y mañana por fin le darán su merecido. — Emma se puso de pie, acercándose a la reja.
— ¿Que no tienes vergüenza? — su voz se había vuelto más grave y amenazadora, y Petra notó como el hombre se estremeció. — Eres como un perro encerrado, solo ladras y te muestras valiente del otro lado de la reja, pero si estuviese fuera de aquí bien sabes que no harías más que llorar y pedir clemencia.
El hombre en un movimiento rápido, metió su mano por entre las rejas y sostuvo a la chica del cuello de la camisa, atrayéndola hacia él.
— No eres más que una perra barata que se hace la dificil y la dura, te daré tu merecido a ver si sigues hablando con esa sucia boca tuya — Levi pudo hacer que la soltara de inmediato; le pateó la parte trasera de sus rodillas y le sostuvo con fuerza el brazo mientras se lo doblaba, haciéndole gritar mientras caía arrodillado.
— Más vale que te vayas de inmediato, pedazo de mierda — vociferó el pelinegro. El rostro aterrado del hombre lo hacía ver patético, quién solo asintió desesperado. — si me entero que te apareciste aquí durante la noche, creeme que yo mismo te ejecutaré.
El oficial se puso de pie tan pronto como Levi lo soltó, miró iracundo a Emma y se fue a paso rápido gritando insultos. Petra, quien miraba asustada la situación, observó un destello de dolor en la chica de pelo castaño, quien tras inhalar profundamente, volvió a sentarse en la cama para seguir tomando su sopa.
— oh, ya está fría...
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Mi último aliento - Levi Ackerman
FanfictionLevi Ackerman, considerado el soldado más fuerte de la humanidad, un hombre aparentemente frío y sin corazón, se ve perturbado ante la presencia de una mujer. Una criminal de los suburbios que al igual que él, tuvo una vida dura en la cual luchó cad...