Renjun tomó su portátil y lo encendió para poder ver las finanzas de la manada en el mes, sin poder recordar un momento en el que hubiera sido tan feliz. Sabía que lo hacía parecerse a uno de los personajes de todas esas películas ñoñas de las que acostumbraba a burlarse, pero no podía evitarlo. Sus mejillas le dolían de tanto sonreír.
Era sólo que... maldita sea, nunca había sabido que la vida podía ser tan buena. Incluso iría tan lejos como para decir que las tres últimas semanas habían sido mágicas. No sólo era que Chenle y él estaban cada vez más unidos, sino que se las habían arreglado para estar juntos sin que sus sabiondos hermanos se enteraran.
Se apoyó en la cama y acercó más su ordenador. Una gran parte de él quería mandar a la mierda el trabajo y llamar a Chenle. Sin embargo, una de sus responsabilidades en la manada, entre otras muchas, era controlar las diversas cuentas bancarias. Como tenían varias, tanto locales como internacionales, era una tarea bastante grande. Si se paraba a pensar en ello, probablemente tenía tanta experiencia como cualquier otro contable. Solo que había adquirido su educación en el lado sombrío de la vida, en lugar de en una universidad.
Como siempre que se metía en los números, perdió la noción del tiempo. Finalmente, miró el reloj y se sorprendió al ver que habían pasado tres horas. Se estiró para eliminar un calambre en su espalda y luego guardó todo el trabajo. Una vez,
no lo hizo y perdió cada maldito ítem. Decir que Changjo se había cabreado hubiera sido una gran subestimación.
Era la hora de la cena, y una de las reglas de Changjo era que a menos que un trabajo fuera urgente, se esperaba que toda la manada estuviera allí. Era en momentos como esos que Renjun casi se resentía de que su manada fuera tan pequeña. Entonces, recordó cómo había terminado con sus llamados familiares y se sintió feliz de nuevo con su situación actual.
Acababa de apagar el ordenador, cuando la puerta del dormitorio se abrió con un golpe fuerte. Renjun saltó, alargando la mano hacia el arma que tenía en el cajón de su mesilla de noche. Entonces se dio cuenta que era Changjo, y dejó escapar un suspiro de alivio... hasta que vio la furia ardiendo en los ojos de su hermano.
¡Oh oh! Eso no era bueno. Todas las veces que había visto a Changjo tan enojado anteriormente, había terminado siempre con alguien ya fuera muerto, o sangrado. Ninguna de esas opciones le parecía divertida.
—¿Necesitas algo? —preguntó Renjun, sorprendido por la calma de su voz.
En lugar de responderle, Changjo irrumpió en la habitación y tiró hacia abajo el cuello de la camiseta de Renjun. En un primer momento, luchó desesperado por seguir manteniendo su secreto. Sin embargo, un gruñido de Changjo hizo que dejara toda esa mierda.
Renjun se quedó inmóvil, al menos exteriormente. En el interior, su corazón estaba trabajando muy duro, mientras que su estómago le daba al menos una docena de vueltas. Incluso sintió un escalofrío de miedo pasar por él, y eso era algo nuevo. Aunque Changjo a veces podía ser injusto con los demás, hasta ese momento nunca había dirigido su furia en su dirección.
Supo en qué momento su hermano descubrió todos los chupones del fetiche que tanto Chenle como él compartían. Aunque pensaron que habían tenido cuidado al colocarlos en lugares donde podían ocultar con la ropa, no habían sido lo suficientemente prudentes.
Bueno, eso de mamar no había sido una buena idea.
—Pensé que te había dicho que te mantuvieras alejado de Chenle —gruñó Changjo.
—¿Qué te hace pensar que es él? Podría haber conseguido esto de otro.
Changjo sacudió la camisa de Renjun. —No te evadas. No cuando estoy tan cabreado.
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Serie de los CP 18 - Chenle y el Pequeño Lobo
Hayran KurguSerie de los Cambiaformas Perdidos 18 - Chenle y el Pequeño Lobo RESUMEN Desde el momento en el que se conocieron, hubo una atracción innegable entre Chenle y Renjun. A pesar de que han transcurrido algunos meses desde que se han visto, las chispas...