Dentro de lo que cabía esperar, la semana no había ido del todo mal; mucho trabajo, una infinidad de reuniones para armar el pacto, ayudar a Jin a poner en orden la cocina del restaurante y poco tiempo libre. No se iba quejar de no haber tenido un rato ni para respirar; estar continuamente ocupada ayudaba a no pensar en nada de todas esas cosas en las que no le apetecía pensar. Y había demasiados temas metidos en esa clasificación.
En lo referente a la oficina, casi todo el mundo había dejado de llamarla «perdona» y ahora tenía un nombre de persona, aunque no fuera el suyo. Jimin la había estado ayudando cada vez que tenía la oportunidad para que el resto de abogados dejase de pensar que era una cría sin idea de lo que hace, y ese mismo viernes había sucedido algo increíble: le habían dado su propio coche de empresa. Ina no sabía que los coches de alquiler pudieran ser tan viejos ni estar tan hechos polvo... Pero bueno, no se pensaba quejar encima de que no había tenido que pagar un solo centavo por él.
La mayoría de sus compañeros de oficina (los de rango más alto, al menos), conducían Audis, Mercedes, Hyundais... Todos de altísima gama. A ella le habían dado un Ford gris de la época en que los dinosaurios poblaban la tierra. Aunque no estaba tan mal; pese a ser viejo, tenía su propio encanto. Parecía un anciano huraño y harto de trabajar, pero no le había dado un solo problema en el tiempo que lo había estado conduciendo, y le era de mucha ayuda para no tardar tanto en ir al trabajo o... para la tarea que le había sido encomendada esa mañana: ir a recoger a Minji. Su hermano no se podía permitir un coche en estos momentos, y entre eso y que lo acababa de dejar montando unos armarios para la cocina, Ina se había ofrecido de manera altruista a ir a recoger a Minji a las afueras de la ciudad; donde, en ese momento, estaba llevando a cabo la ocupación que generaba la mayor parte de sus ingresos: la de modelo. La pelirroja había estudiado trabajo social y se dedicaba a administrar casas de acogida para huérfanos, pero ese trabajo, aunque gratificante, le daba una miseria con la que vivir, por lo que no había podido abandonar el modelaje por mucho tiempo que le quitara.
Aparcó fuera de las oficinas donde se llevaba a cabo la sesión de fotos y entró en el edificio. Parecía que a Minji le había tocado una sesión de lo más acorde con su situación actual, porque llevaba puesto un precioso vestido de novia de manga francesa con incrustaciones de piedras brillantes; su pelo era castaño esa vez, y se recogía en un complicadísimo moño con pequeñas flores naturales. Ina se quedó embobada viéndola posar con tanta naturalidad, e incluso se emocionó al imaginarse que, en unos pocos meses, la vería tal cual lo hacía ahora en su boda de verdad. Siempre le había parecido exagerado que la gente llorase en las bodas, pero empezaba a entenderlo en ese preciso instante, porque tuvo que contenerse como nunca para no dejar escapar una sola lagrimilla.
Observó lo poco que restaba de la sesión sentada junto al set y reprimiendo sus ganas de ponerse a aplaudir a cada momento que Minji cambiaba de pose o sonreía a cámara. Para cuando dieron el alto y la pelirroja se quitó la peluca de un tirón, Ina se encontraba a escasos segundos de tirarle pétalos de rosa mientras lloraba a lágrima viva.
—Innie —la saludó Minji, acercándose pese a que dos personas la seguían para quitarle los accesorios—, ¿te ha costado encontrar el sitio? ¿Has tenido que esperar mucho?
—Estás preciosa —murmuró la chica en lugar de contestar las preguntas.
—Vaaale, gracias —aceptó confusa la pelirroja—. Ina... ¿estás bien?
La aludida asintió muchas veces mientras formaba un exagerado puchero para evitarse llorar.
—Es que... vas a estar increíble en la boda. Lo malo es que vas a tener que casarte con un tío de lo más feo y estúpido —añadió con tristeza—. Pero tú vas a parecer una princesa.
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Rewrite Me
Fanfiction~Continuación de Erase Me~ Cinco años después de abandonar Corea, Ina se encuentra en la capital de Italia, Roma, experimentando una vida mucho mejor que la que dejó atrás; sin embargo, como ya era costumbre hace años, una serie de intereses, evento...