Oscuro Deseo

6• new boy

Hertford, september 10

«El condado acaba de ser testigo de un crimen bastante atroz.
Autoridades encontraron el cadáver de una mujer de aproximadamente diecinueve años cerca de un canal de agua dulce. 

Los uniformados inspeccionaron hasta el último rincón de la zona para encontrar pistas, pero no consiguieron reunir más de lo que ya tenían escrito en la carpeta de investigación, además de que la mujer no llevaba documentos que permitieran identificarle.
Hasta el momento se desconoce la identidad del asesino.»

Brian leía el viejo periódico que Linda traía consigo. Le parecía extraño el hecho de que los tabloides omitieran demasiada información sobre ese y muchos otros casos que seguían inclusos, pues lo único que les interesaba era la publicidad que atraían esas notas.

—Te estuve buscando para que me acompañaras, pero como no te encontré, Roger me llevó en el auto de servicio que tiene Freddie—Dijo la castaña recogiendo las tazas vacías que estaban sobre la mesa de madera.

—¿Te refieres a Roger Taylor? ¿El chico que Fredd nos presentó en la fiesta?

Aquella mujer asistió viendo a su compañero colocar su mano izquierda sobre la barbilla.

—Lo que no entiendo es por qué Freddie nunca nos habló de él.

Linda quedó mirando a su amigo de la infancia y este optó por cambiar la conversación. Después de todo, lo importante a debatir era aquel diario que ambos tenían bajo su poder. Quizá eso podría dar luz verde a lo acontecido hace cuatro años y con ello, movilizar a la policía
para iniciar el proceso de búsqueda que estaba pospuesto.

La mujer tenía presente que debía aportar su granito de arena en la búsqueda de su hermana, pues los oficiales no movían un solo dedo para hacer algo. Por ello guardaba un sobre con documentos de aquel fatídico día. ¿Cómo logró obtenerlos? Llevaba años recolectando cualquier tipo de pista que pudiera resultar relevante; desde revistas, pedazos de periódico, reseñas, datos que escuchaba en televisión y otras cosas.
Sabía que era la única manera de reunir alguna pista para dar con el asesino de su hermana. No pensaba matarlo, por el contrario, quería hacer justicia y dejar que la ley se hiciera cargo del asunto. Después de todo, los agentes debían responder a dicho problema.

Dicen que cuando te encuentras en una situación estresante lo mejor que puedes hacer es buscar diversión en alguna parte. Eso era algo que Freddie Mercury tenía muy presente, y es que su trabajo era una prioridad, aunque también podía darse el lujo de descansar y pasar un rato agradable fuera de su ostentosa rutina como chico responsable.
Una tarde de ocio en las ajetreadas calles de Londres era todo lo que necesitaba para recargar batería y seguir con su vida, aunque también podía tomar la decisión de encerrarse en su apreciable mansión y disfrutar la compañía de sus queridos amigos gatunos. Esta vez hacía lo contrario: pasear por la carretera acompañado de su chófer. Tal vez buscando algún sitio donde derrochar las ganancias de la semana, y es que Fredd era así; podía vaciar su cartera en menos de un segundo. Nada le importaba cuando se trataba de adquirir algo. Siempre quería lo mejor y si tenía ganas de comprarlo, ¡pues lo hacía!
Justo estaba cerrando la gran oferta de su vida: un par de jarrones de porcelana por menos de diez libras. Tuvo que hacer un trato bastante interesante con el encargado de administrar la caja, pero al fin consiguió lo que deseaba y esperó paciente a que los empleados terminaran de empaquetar su pedido. Después de buscar entre algunos cachivaches almacenados, el diseñador perdió interés y abandonó aquel establecimiento, pero justo cuando estuvo por doblar la esquina para llegar a donde estaba su chófer, observó que alguien caminaba sin rumbo por la avenida.
Mercury reconoció al chico de cabello dorado y sin más preámbulo agitó su mano para hacerse notar entre el mar de gente que transitaba con rapidez. El británico dirigió sus orbes hacia Freddie y se acercó sacudiendo la cabeza de un lado a otro. Después de todo, era un muchacho educado y siempre saludaba a las personas que conocía, aunque él no estuviera de buen humor, como en aquella ocasión que lo único que deseaba era llegar a casa y dormir hasta el día siguiente.