CAPITULO 30

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La casa estaba fría; Soo Bin odiaba el frio. Pero ahora mismo no podía hacer nada, lo único que deseaba era acurrucarse en su cama para hacerse un ovillo de dolor, pena y desconsuelo.

No tenía nada que decirle a nadie, estaba un poco destrozado por dentro y casi podía sentir su caja torácica hundirse de a poco.

El teléfono sonó de nuevo. Contó quince llamadas antes de perder otra más, sabía que era Yeon Jun y Beom Gyu quienes lo llamaban y, él ya no sabía cómo hablarle al pelinegro.

El teléfono sonó una vez más. Pero sus manos no se movieron en su auxilio. La crueldad del destino es horrible, pensó.

Dos días después aún tenía los ojos enrojecidos, hinchados y enmarcados por unas sombrías ojeras, testimonio de las noches en vela que se había pasado ignorando al pelinegro. El frágil vínculo que los unía se estaba quebrantando de a poco, como un estambre de lana que se tiraba por un edificio.

Soo Bin era consciente de que estaba intentando alejarse de Yeon Jun, pero su corazón parecía no entenderle y por eso seguía persiguiendo a Yeon Jun aún después de días de no verle.

Hye Sin por otro lado lo había estado malcriándolo como un niño pequeño, era cierto ahora ocupaba el puesto de administradora del bar nocturno en el que trabajaba, ella se veía feliz pero su hijo sólo lo aparentaba.

No fue sino hasta esa tarde en que escuchó pequeños golpes en la entrada de su casa que por fin logró ver a Jung Woo allí, lástima que Hye Sun fue quien lo recibió.

—Señora, vengo a dejarle a Soo Bin la tarea de la semana—Dijo suavemente.

—Pasa cariño, has crecido mucho últimamente—Los labios de la mujer se convirtieron en una sonrisa enorme—Le harás compañía a Binnie, últimamente ha estado muy solo y temo que se convierta en un zombi—Jung Woo trató de no objetar con el ceño y una mirada de desaprobación. ¿Cuál era el problema con ella? —Debo ir al trabajo, dejé galletas y un poco de chocolate caliente en la cocina. Cuídalo mucho, ¿Está bien?

Siempre había sido, demasiado confiada.

Una vez que ella se fue, Jung Woo cerró la puerta con cuidado, miró en dirección a Soo Bin, claramente evaluándolo. No podía negar que sentía cierta pena por su amigo, pero todo era culpa suya. Ahora lo único que podía hacer era esperar y tener esperanza.

—Estas hecho un asco. —Dijo casualmente. Levantó su propio cuaderno y caminó hacía el castaño deprimido—Como sea, Seok Jin nos dejó trabajo. Beom Gyu no puede venir porque se ha enfermado, le dije que no comiera tanta basura.

Soo Bin suspiró.

—¿Quieres una galleta? —Soo Bin le ofreció el plato de galletas recién hechas y Jung Woo no se negó en tomar una—También hay leche, si quieres.

—¿Hasta cuándo vas a estar así?

Jung Woo era muy bueno con la intimidación. Había nacido con ello.

—No entiendo.

—No entiendo mis pelotas—El castaño parecía confundido—Hiciste mal en meterte con el padre de nuestro amigo, pero ya pasó, ¿Qué más puedes hacer? Beom Gyu me dijo que el señor Choi ya está libre de los cargos, si tanto lo quieres deberías ir con él.

Soo Bin ni siquiera contestó.

—Reprimir los sentimientos no es sano, Soo Bin. Debes sacarlos a flote si quieres seguir con tu vida—Alguna emoción apareció en el rostro pálido de Soo Bin—A veces debes dejar de pensar en otros para comenzar a pensar en tí, ahora por favor levanta tu trasero y vamos a la casa de Beom Gyu que yo no puedo soportar sus insistencias de niño malcriado.

¿QUÉ ESCONDE EL SEÑOR CHOI? - YEONBINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora