Capítulo 3

17 0 0
                                    

Jennifer

Hoy es lunes y extrañamente desperté de buen humor. Caminé hacia el baño para darme una ducha y empezar mi rutina diaria. Cuando me iba a peinar decidí hacerme algo diferente, así que me hice una trenza cola de pescado.

Bajé a la cocina buscando desayuno pero mi madre estaba dormida. Revisé mi teléfono y me di cuenta de que tenía bastante tiempo para llegar temprano a la escuela, así que decidí cocinar algo.

Desde pequeña, mi abuela me enseñó a cocinar desde postres hasta platos de restaurante, por lo tanto pensé que no sería mala idea.

Hace mucho que no cocino para mamá -pensé-. A ella le gustan las sorpresas...

Luego de unos veinticinco o treinta minutos, tenía el desayuno listo. Unas tostadas con un omelet y un delicioso chocolate con leche.

Entré a su habitación con cuidado de no despertarla y caminé hacia su cama.

-Feliz lunes Mamá -dije con una sonrisa

-Me preparaste desayuno! Cuál es la ocasión especial? -preguntó bostezando un poco

-La verdad es que hace mucho que no te cocinaba nada, así que pensé que no servía de nada tener una hija cocinera si ella no cocinaba de vez en cuando. -dije pasándole la bandeja con el desayuno.

-Eres una hija maravillosa -dijo con una sonrisa tierna-. Alguna vez te lo había dicho?

-Pués sí, pero es lindo escucharlo -dije a lo que ella soltó una risita-. Eres una asombrosa madre y pensé que te lo merecías.

-Me siento orgullosa de ti cariño -dijo dándole una mordida a la tostada-. Y sabes que tu padre también lo está.

Solté un suspiro. Mi padre no estaba con nosotras. No me malinterpreten, no digo que murió, sino que no vive con nosotras. Encontró una oportunidad de trabajo en otro estado del país y no podía desecharla. Pero hace mucho que no lo vemos; claro, las llamadas por Skype nunca faltan, pero no es lo mismo que tenerlo en persona. Ambas lo extrañamos pero sabemos que no puede venir. Los tres hemos estado ahorrando para que pueda venir pero aun no tenemos el dinero necesario.

Cuando levanté la mirada del suelo pude ver a mi madre con una mirada melancólica, y como no me gusta verla así traté de cambiar de tema.

-Bueno mamá me tengo que ir. Cuando vuelva te ayudaré con algunas cosas. Te amo. -dije dándole un beso en la mejilla-. Extrañame

Ella rió un poco. -No tienes que pedirme que lo haga. También te amo.

Después de eso salí a buscar a Sophie, pero no pude dejar de pensar en mi madre. Ella se veía tan triste! Debía hacer algo para alegrarla...

Ya ! Le daré otra sorpresa

**

-Entonces le harás una fiesta sorpresa? -preguntó Sophie con curiosidad.

-Así es! -dije entusiasmada-. Invitaré a todos los que la quieren y haré que se sienta feliz. No puedo soportar verla así.

-Aww! Eres una gran hija.

-Ya lo sé -dije divertida-. Y tu me tendrás que ayudar.

-Bien! Pero que conste que lo hago por ella, no por ti.

-Ouch! Heriste mis sentimientos Jones -dije tocando dramáticamente mi pecho.

-Mientes. Yo sé que me amas -dije con tono arrogante.

No es un cuento de hadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora