06

5 0 0
                                        

Una tarde agitada me mantuvo con la mente totalmente ida, olvidada del mundo por un momento. Termino de peinarme y ponerme mi ropa deportiva, hoy es uno de esos pocos días en los que me siento realmente animada para poder salir a correr por las calles escuchando música, y volver a casa totalmente despejada.

Salgo de casa optando por bajar las escaleras intentando calentar los músculos con las escaleras de los 15 pisos abajo. Bajo con facilidad y rapidez, así más tiempo tendré para andar pérdida por las calles.

Comienzo a correr pero no sin antes ponerme mis audífonos y planear mi playlist. Hago mi ruta deportiva, correré 10 cuadras en recto en dirección al centro de la ciudad, y volveré.

Lo que más me agrada me poder correr es el hecho de que me doy cuenta que el mundo jamás se detiene, y menos este lugar, siempre, siempre hay personas haciendo diversas cosas, como; yendo a tiendas, cafeterías, pasando a librerías, comprando flores, o simplemente paseando por ahí, etc.

Siempre hay algo que hacer y en que poder distraerse.

Para mi sorpresa, tardo menos de lo pensando en llegar a las diez cuadras, y no me encuentro cansada y fatigada, me alegra bastante este hecho, solo la sed me está haciendo un poco de pesar. Observo la hora y me queda bastante tiempo para seguir dando otras vueltas por ahí, dejo de pensarlo y decido correr por otro tiempo más en la misma dirección a la que vengo desde un principio, corro otras 6 cuadras y ya la sed realmente está agobiando mi garganta.

Para mi suerte en una cuadra más queda un supermercado en el cual podré comprar algo para beber. Esta vez no correré, camino con las manos escondidas en los bolsillos de mi polerón over size, acomodo un poco mis shorts deportivos y sigo sin más preocupaciones, escuchando música.

Tardo 5 minutos en llegar al establecimiento, ingreso despreocupada, me dirijo al pasillo en donde las botellas de agua tiene el protagonismo, mi panza comienza a rugir y a arder un poco, una barrita de cereales no me vendría mal, para nada mal la verdad.

Me dirijo a buscar la deseada barra de avena, mi favorita sin duda es la que tiene berries con chocolate, simplemente son arte. Camino doblando mi cuello un poco de un lado a otro dejando que relaje a la tensión que tengo. Entro al pasillo, tomo la barra, y sin más me dirijo a pagar todo lo comprado, pago sin problema alguno, recibo mi vuelto, cuando algunas monedas para verificar por si el recibo estaba bien, dando por si cierto que si lo estaba, levanto mi cabeza tomando mis cosas, camino a la salida del recinto. Camino distraída, hasta que me veo captada a lo lejos por una silueta conocida, sería invaluable no reconocerla, es él.

Está cruzando las puertas del recinto, con sus manos llenas de bolsas, y una mujer a su lado, juzgando por su forma de ser a lo lejos, podría decir que tiene su misma edad, sonríe mirando su rostro dándome un ángulo de su rostro, me percato de que tiene bellos rasgos, bella cara, parece de porcelana. Me quedo quieta un segundo.

¿Quién es ella?

Avanzo un poco lento, sería bastante inoportuno cruzarme en sus caminos. Salen del lugar sin preocupaciones. Salgo unos pasos detrás de ellos, me percato de que el auto de Harry está justo en las puerta del supermercado, con su maletero abierto ingresando todas las bolsas repletas de cosas en el.

Tengo la necesidad de salir corriendo para no ser vista, y así lo hago, guardo la barra en mi polerón y avanzo a grandes trotes de ahí. En el camino me pongo el gorro de la prenda, sintiéndome un poco más segura y aliviada.

Troto pensando en ella, ¿será qué es su pareja?

Tengo entendido que no tiene.

¿Será alguna familiar suya?¿Me habrá mentido, y estoy en medio de alguna relación? ¿Será qué?

on knees.- Harry Styles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora