Capítulo 2

12 1 1
                                    

"Todo lo que necesitaba fue lo único que no pude encontrar..." .

Burn it down - Linkin Park


Un año y cuatro meses atrás:

-Explícame esto, Aidan. ¡Explícamelo! -gritó Sienna fuera de sí esa noche. Había tenido un presentimiento desde hacía un tiempo, pero hasta ese momento había tenido la confirmación de sus inquietudes: La estaba engañando. De hecho, tenía un par de meses haciéndolo.

Él; al verse atrapado entre su rabia y la innegable foto de un tabloide en el que aparecía besándose apasionadamente con una chica perteneciente al staff de paramédicos de Los Angeles Kings luego de un encuentro disputado en Cleveland; sólo pudo guardar silencio. Chrissie no tenía más de tres meses de haber sido contratada, y sin embargo, se las había arreglado muy bien para haber conquistado al receptor estrella del equipo y de toda Conferencia Americana.

-No puedes ¿Cierto? Las fotos son bastante claras en sí. No hay dudas de que sea ella. ¡O tú!

Un silencio sepulcral reinaba en la casa. Sienna, sabiendo que no iba a poder guardar la calma, como habitualmente sabía hacer, llevó a Dakota a casa de su madre y le pidió que la cuidara. Glenda no necesitó ninguna explicación, las fotos estaban corriendo por toda la prensa rosa impresa y digital. Incluso algunos de sus contactos en whatsapp le habían mandado las imágenes, preguntando acerca de la veracidad de éstas.

Se acercó a él, con el andar sinuoso de una pantera que tiene acorralada a su presa. Y bien podía serlo, con ese cabello negro como él ébano que llegaba por debajo de su cintura, en una cortina espesa de la que solía disfrutar su esposo hasta hacía algún tiempo atrás. Sus conocedores ojos cafés lo traspasaban con una intensidad que casi podía alterarle el ritmo cardíaco.

-Sólo dime una sola cosa, Aidan. Sólo una -Levantó el dedo índice enfatizando su punto-. Admite ahora mismo si te acostaste con ella -Él siguió en silencio, pero esta vez con la cabeza entre las manos y la vista en sus pies. Resulta que al final la culpa podía pesar más que el mismísimo concreto. -¡Admítelo!

Él se estremeció por su grito desgarrado, pero al mismo tiempo se levantó con rabia y le respondió de la misma forma:

-¡Sí, lo hice! ¿Está bien? ¡Lo hice! -Respiraba con dificultad debido a la frustración que lo corroía por dentro. No sabía todavía qué le molestaba más en aquel momento: si él, su estupidez, Chrissie o hasta la misma Sienna.

El condenado silencio llenó la inmensa sala de estar de la casa que compartían confiriendo al que, otrora fuese un ambiente cálido, un aura de tensión y amargura. Los ojos furiosos de Sienna se nublaron de lágrimas y decepción mientras que su boca se entreabría un poco, como si le hubiese asestado un puñetazo en la boca del estómago. La desilusión estaba alta y clara en sus gestos.

-No, Aidan. Ya nada está bien. Y no lo va a estar más.

Su tono derrotado lo asustó más que cualquier otra cosa que hubiese vivido hasta entonces. Él la tomó de los hombros, en un claro gesto de desesperación, y la acercó lo más que ella le permitió, luego levantó su mentón con el dedo índice para que pudiera mirar dentro de sus ojos como lo había hecho hasta ahora.

-No llores, nena. Sabes que no soporto verte llorar. Perdóname, te lo ruego. Voy a contarte todo -comenzó a hablar precipitadamente. En su fuero interno sospechaba que se le acababa el tiempo para explicarse; y no se equivocaba -... Iremos a terapia de parejas, si quieres. Todo volverá a ser como antes. Lo prometo.

El Último PaseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora