Capítulo 4

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"Y yo me tragaré mi orgullo, tú eres a quien quiero y te estoy diciendo adiós. Di algo que me estoy dando por vencido."

Shawn Mendes - Say Something (Cover)

Sam Spears era el CEO de una cadena de gimnasios que estaba prosperando con bastante facilidad. Educado, cortés y caballeroso como ninguna de sus anteriores citas. Aunque debía reconocerse a sí misma que no daba mucho crédito por él cuando una de sus alumnas le dijo que tenía alguien perfecto para ella y que era un prometedor gurú del fitness. <<Prejuicios, prejuicios.>> Esa era la peor parte de un divorcio con una personalidad pública: al parecer tu vida privada no era ni tan tuya ni tan privada.

Cuando por fin accedió a salir con él, le gustó mucho que cenaran en un restaurant pop up que se especializaba en comida francesa. Comieron, rieron y conversaron por largo rato. Al finalizar la cita, la acompañó a su auto y se retiró como el mejor de los caballeros.

Las cosas siguieron igual por algún tiempo, Sam la recogía en su casa y hacían alguna actividad que les gustara o que quisieran probar. Hubo algunos besos dispersos por allí. Todos increíbles, por cierto. O lo hubiesen sido, si pudiese ignorar aquella estúpida sensación de que hacía algo indebido.

Una tarde en la que Aidan se encontraba en su casa; aún no empezaba la pretemporada, y eso solía significar que entrenaba por las mañanas y luego pasaba el resto del día con Kota; recibió un paquete de Sam: era la caja de una pastelería francesa que habían inaugurado hacía poco tiempo cerca de su oficina. La tarjeta rezaba:

>>"Recordando nuestra primera cita y esperando con ansias la siguiente". Dentro contenía distintos eclairs glaseados en varios tonos pasteles. El paquete le sacó una pequeña sonrisa hasta que sintió una presencia detrás de ella.

Claramente, Aidan había tanto leído la tarjeta como visto el contenido, por eso tenía ahora aquel gesto agrio. Dakota descansaba sobre su hombro, a punto de rendirse al sueño. Él asintió hacia la caja:

—¿Es de ese con el que te han fotografiado por allí? —el "ese" le salió con mucho veneno, pero estaba más allá de la rabia y los celos como para preocuparse por su tono.

Incómoda y molesta optó por ignorarlo para dirigirse a la cocina y colocar la caja en la nevera.

Cuando se volteó, continuaba mirándola como si esperara una respuesta. ¡Como si tuviera el derecho tan siquiera a esperar una!

—No voy a hablar de esto contigo. —Se giró y continuó preparando la cena que estaba haciendo antes de ser interrumpida por el sonido del timbre.

—¿Por qué no? —Le escuchó decir a su espalda.

—Porque estás durmiendo a nuestra hija. Y principalmente, porque no te debo ninguna explicación, Aidan. Lo sabes. Ya hemos hablado sobre esto en reiteradas ocasiones.

Durante un buen rato no escuchó nada, pero no estaba por la labor de darse la vuelta y ver la reprobación en su mirada. Tampoco sabría muy bien cómo responder si se daba el caso.

El sonido de pasos alejándose la hizo tragar grueso e incluso sentirse un poco avergonzada. Sabía de sobra que no tenía por qué, pero tampoco ignoraba el hecho de que seguía enamorada de Aidan. Eso la molestó muchísimo, más que su atrevimiento a pedirle explicaciones sobre su vida privada.

Poco después, con la cena ya lista, Sienna se disponía a servir cuando escuchó las fuertes pisadas de Aidan. Iba a preguntarle si se quedaría a comer cuando lo vio descender por las escaleras con las manos en puños y una actitud hosca. Sus ojos repletos de reproche se le clavaron hondo.

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