El adiós

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¿Eso era una cita? Ahí estaba ella, de pie frente a ese pequeño café en la calle más alejada del centro de la ciudad. Por un segundo miró con nerviosismo su teléfono, solo para comprobar la hora y el último mensaje que le había enviado ella.

M: "¿Conoces el café Luna roja?"

E: "Si"

M: "Entonces nos vemos ahí a las 5"

Y no le dijo más, tal vez pudo haber preguntado pero siempre era así con ella, desde que la conocía sabía que Merlina era una persona de pocas palabras, estoica por momentos, analítica.

- Y aún así, estoy aquí a punto de hacer el ridículo. -susurró en voz baja-

- ¿Hola?

La rubia dio un respingo, aunque trató en vano de no mostrar alguna reacción muy brusca y giró sobre sus talones para encontrarse cara a cara con...

- ¡Merlina! ¡Hola!

La chica frente a ella levantó una ceja extrañada, habría jurado que dos segundos antes ella estaba hablando sola, o quizás solo era su cabeza tejiendo suposiciones como telarañas.

- Enid -empezó, alzó su mano para saludar y brevemente, lo prefería así, porque sabía la razón de esta, ¿cita?

El incómodo silencio duró un par de segundos y Merlina aflojó la mirada antes de continuar su paso, ahora rumbo al café al que unos minutos atrás habría llegado su acompañante. Volteó a ver a Enid y haciéndole un ademán en dirección al café continuaron.

'Piensa, Enid, piensa'

Ya debería estar acostumbrada a la falta de hilación de pensamientos cuando la tenía cerca, barajando en su cabeza si preguntar por el clima era menos incómodo que hablar del tráfico o de que tal estuvo su día. Merlina pareció prever que en su mente rondaban todas esas preguntas porque fue quien inició la conversación una vez se hubieron sentado dentro del café.

- Y... ¿por qué querías verme hoy? ¿Pasó algo?

Directo al punto, era como si le lanzaran un cuchillo sin previo aviso con la esperanza de no salir lastimada en el proceso. A veces, solo a veces, amaba ese lado tan frontal que tenía con las cosas, solo a veces. ¿Amaba? Si, si. Por eso estaba ahí.

- Bueno, sé que conversamos hace algunos días de esto pero necesit... quiero, ehm quisiera que tuvieras, ¡mierda!
-masculló enojada por su propia adrenalina verbal- perdón, quería darte algo y no sé si nos veremos pronto así que pensé que sería bueno aprovechar  tu día libre para entregártelo.

Terminó de hablar y recuperó el aire, nerviosa era poco, ¿cuántas veces no la había tenido ya en frente? Y no solo en frente, su mente voló a innumerables noches abrigada por sus manos, a promesas dichas al aire, a suspiros, a deseos sin cumplir. Sacudió su cabeza levemente y extrajo el pequeño presente de su bolso.

- ¿Es para mí? -dijo Merlina al tomarlo entre sus manos-

- Todo tuyo.

Ella sonrió abrumada, quizás por el desconcierto. ¿Por qué a ella?

- No puedo.

Estiró los brazos y quiso entregárselo de vuelta, Enid negó con la cabeza haciéndole un gesto hacia adelante con la mano.

- Quiero que sea tuyo.

- ¿Por qué? -algo en su mente le hizo escuchar ese 'quiero' como un 'necesito'.

La rubia solo sonreía, tomó su mano, la que aún sujetaba el detalle e inclinó el rostro un poco avergonzada, aún muerta de nervios pero sintiendo que si este no era el momento, no lo sería nunca. Mierda, la quería demasiado.

- Es algo mío, lo sé. Pero quiero que sea tuyo, quiero que cuando lo veas recuerdes que, a pesar de todo, alguien como yo... te quiere.

- Pero, tu sabes que yo no... - Merlina encaró el azul de sus ojos y apretando su mano con la suya continuó- sabes que no te quiero.

Enid asintió, lo sabía.

- No es lo que me preocupa, ya te lo he dicho.

Quería gritarle, demostrarle que no valía la pena, ¿cuánto más iban a llevar en eso? ¿meses? ¿años? Cada vez que se veían, por alguna razón, cada vez era lo mismo, era ella alejándose, ella diciendo que no, ella cediendo ante el cariño, y ella recordando que no podía quererla, no de esa manera.

- Me gustas... mucho. -soltó sin pensarlo, sintiendo como las palabras se dispararon solas ante una Enid expuesta a sus arrebatos-

- Es bueno saber eso.

El café llegó y era extraño, no el café, el silencio que las abrazaba mientras lo bebían.

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Amanecía y mientras se frotaba los ojos para acostumbrarse a la luz, sintió como unas manos ligeras y delgadas acariciaban su cabeza a la par que una voz tenue resonaba cercana.

- ¿Café? 
-Merlina ya se había levantado y ¿cómo era posible? apenas habían pasado un par de horas desde que ella recordaba haber conciliado algo de sueño-

- Por favor
-dijo mientras reprimía un bostezo-

- ¿No dormiste bien?
-cuando por fin abrió sus ojos, los oscura mirada de su... ¿qué eran? ¿novias? ¿amigas?, la observaba de vuelta.

- No me dejaste dormir.
-Y ahí estaba, ignorando todas esas preguntas en su cabeza

- No escuché que te quejaras
-un pequeño tono de orgullo en su voz-

- No pensaba ha...
-Merlina regresó a la cama y se fue acercando con la mirada fija en sus labios- hacerlo.

La distancia se acortó y la mente de Enid era una locomotora sin control, ¿qué seguía ahora? ¿cuánto tenía permitido acercarse? Sus ojos rehuían esa vista oscura, sentía que si alzaba la mirada una vez más iba a perder esa batalla mental que se había autoimpuesto, la misma que siempre se imponía cuando se trataba de Merlina. No te involucres.

- ¿Puedo besarte?

La chica de cabello oscuro
se detuvo en su avance y emuló una sonrisa triste junto a un suspiro casi tan ligero que fue incapaz de ser escuchado, ¿por qué Enid siempre complicaba tanto las cosas?

- Si tienes que preguntar... -empezó pero no pudo continuar porque un par de ojos azules la encontraron a medio camino, los sintió encenderse con una chispa y un segundo después los perdió de vista mientras la rubia la tomaba entre sus manos para besarla.

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Salieron del lugar, bajaron por una calle paralela sin rumbo fijo con un silencio roto únicamente por los coches que pasaban, y ahí estaba el pánico de nuevo.

- ¿Puedo tomar tu mano?

- Preferiría que no.

'eres una idiota', pensó Enid por inercia

- Yo... -¿por qué siempre tenía que preguntar? ¿por qué le costaba tanto dejarse llevar por sus impulsos? Un pequeño halo de coraje se encendió en ella cuando se detuvo en seco, mordió ligeramente su labio inferior y tomó a Merlina por el brazo, esta se sintió ligeramente acorralada.

Pero como solía pasar con aquellos momentos de arrebato, lo dejó ser porque lo disfrutaba y era algo que nunca iba a admitir, la debilidad de Merlina siempre fue Enid, aunque no sintiese amor, esa sensación de deseo que le hormigueaba el cuerpo solo sabía provocarla ella.

'¿¡Qué hago ahora!?' La cabeza de Enid iba a estallar, siempre que llegaba a ese punto de impulsivismo, por una breve fracción de segundo su lado racional la quería lanzar hacia atrás. Pero no, esta vez no.

Se acercó a Merlina y acariciando su mejilla la besó, una sensación indescriptible recorrió su columna, la tomó por la cintura llevándola hacia adelante atrayéndola hacia si, pero esa era una pugna de dos porque en respuesta nuestra otra protagonista la jaló por la camisa intentando abrazarse a su cuello, sintiendo las manos de la rubia subir por su torso.

Enid podía respirar de su aire a través de cada beso, mordía por puro impulso, interrumpía con su lengua y se presionaba cada vez más intensamente contra ella, la necesitaba.

Pero ese no era el momento, ni el lugar, porque luego de varios minutos forzosamente se separaron, un aire indeciso las envolvía.

- Te quiero. -Ya nada le importaba, ella necesitaba decirlo, sacarlo de su sistema. ¿Acaso no lo veía? Ella tenía el suficiente amor para encender a ambas y de paso, quemar una ciudad entera si era necesario.

- Abrázame, ¿si? No me sueltes.

Enid hundió su rostro en el espacio entre su hombro y su cuello, Merlina solo acariciaba su cabello dolida.

- ¿Tanto me quieres?

- Demasiado.

- Lo siento.


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Off topic:

Holaaaaaaa! Y bueno, aquí arranca una historia. Hagan sus preguntas, dejen sus comentarios, se agradece el feedback y el soporte. Espero que el ritmo de actualizaciones de esto sea fluido para ustedes.

¿Esta historia tendrá un final feliz? Lo averiguaremos juntes :D

PD: Si, hubo un flashback.

Jugando con el destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora