Cliché

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Pasos, pasos y más pasos.

El único sonido que interrumpía la tranquilidad de ese departamento era el que provocaban los zapatos de Merlina, su mano apretaba casi con violencia el teléfono que llevaba ya un par de días con ella, miró el reloj de pared: ya casi era hora.

Las tres en punto, la pantalla del teléfono se iluminó y lo alzó mientras vio un nombre brillar en este y deslizó para contestar, realmente no sabía como afrontar este primer intercambio de palabras.

- Buenos días, buenas tardes, buenas noches y buenas madrugadas. -sonó a través del otro lado una voz ronca, con un pequeño dejo de diversión- ¿cómo está mi protagonista favorita?

- Son las tres de la tarde, ¿qué manera de saludar es esa? -su breve estupor le impidió continuar.

- El tiempo solo existe si somos conscientes de su paso. -La ojinegra sintió una gota de sudor frio bajar por su cuello- 

- Aristóteles... ¿ahora eres filósofo?

- Para nada, para nada. Se apreciará el gesto, espero.

- ¿Qué cosa quieres?

- Uuuuuh el control, necesario, muy necesario. 

- Tú dijiste que llamarías a esta hora, dime que quieres o terminaremos esta llamada.

- Te prometo que no, que esto durará tanto como sea necesario.

Algo en su interior se interpuso sobre su lógica, sintió que era importante dejarlo continuar y no respondió.

- Como verás, el interés reciente ha puesto mucho en juego sobre la mesa. Mis necesidades sin embargo son... simples y mientras estas puedan ser respetadas y tomadas en cuenta no tendremos porqué recurrir a ningún giro de trama peligroso. ¿no lo crees así, Merlina?

Tenía la boca seca.

- Ooooh, este momento es tan importante, entonces entiendo que cuento con tu colaboración entonces.

- ¿Ya me dirás porqué me llamaste a esta hora?

- Dos minutos. -la llamada se cortó-

Se sentía a punto de estallar, pateó una silla cercana y se inclinó levemente sobre si misma tratando de respirar hondo, tenía que calmarse. 

¿A qué se refería con sus necesidades? 

El timbre sonó, no recordaba que  hubiese quedado con alguien ese día, al llegar a la puerta su alma amenazaba con alejarse de nuevo de su cuerpo. Enid estaba allí.

- ¿Qué... -empezó Merlina, pero Enid alzó su mano decidida e ingresó sin permiso en su departamento-

- Mira, lo entiendo ¿si? Sé que para ti también es confuso esto, pero no podemos estar un día en esto y al otro ignorar que pasó.

- Enid...

- Yo sé que es difícil y que me dijiste que me alejara pero no puedo. -caminaba describiendo unna elipse imaginaria, gesticulando ansiosa, "adorable y peligroso", la pelinegra se permitió pensar un segundo y como solía ocurrir ató esos pequeños cabos en un instante. 

¡Bip! ¡bip! ¡bip!

Tres notificaciones, una tras de otra, revisó el teléfono, era el número del otro día, reconocería esa imagen de perfil.

A: El escritor hará lo que sea por consegir que más personas lean su obra, usa eso a tu favor, además de la tragedia ¿qué otra cosa ama la gente?

Jugando con el destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora