❥Capítulo III.

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–¿Sabes?, hoy hice una nueva amiga, ¡me regaló unas galletas! –dijo sonriente

–¿En serio?, me alegro mucho por ti –respondió el rubio revolviéndole el cabello a su hermanita devolviéndole la sonrisa.

–Se llama Melissa, y me gustaría invitarla a pasar el rato... 

–No creo que sea buena idea que venga, mejor vayan al centro comercial o al parque.

–Pero es que no tengo dinero, ¿qué haríamos allá? –preguntó triste.

–Yo te lo doy –Karen al escuchar esto, lo abrazó fuertemente.

–¡Gracias!

Kenny sabía que su hermana no tenía muchos amigos y no le gustaba verla triste, haría lo que fuera por verla feliz. No tenía dinero, lo había gastado todo en hierba barata; tenía que encontrar un trabajo si quería cumplir lo que dijo. Se despidió de Karen y salió a buscar qué podía hacer para ganar dinero.

Caminó por la calle, y preguntaba en cada local si necesitaban ayuda, pero todos le daban la misma respuesta negativa. Preguntó en, aproximadamente, 12 tiendas. Estaba frustrado y decidió ir a un parque cercano para relajarse un rato. Cuando llegó, se sentó bajo la sombra de un árbol frondoso recargándose en este. De su bolsillo sacó un porro ya forjado, sacó un encendedor, pero cuando lo iba a prender, algo llamó su atención. Una viejita tratando de pasear a dos golden retriever, la llevaban de un lado al otro, jalándola sin piedad. El rubio se puso de pie, guardo el porro y caminó hacia allá.

–¿Puedo ayudarle? –preguntó extendiendo la mano con una sonrisa para que ella le entregara las correas.

–Oh, sí, por favor –respondió dándole las correas –muchas gracias, que amable.

El chico rió y caminó junto a la mayor paseando por el parque. Los perros se veían más tranquilos, comenzaban a cansarse. Se dirigieron a la casa de la viejita, y al llegar, McCormick le devolvió a los perros, y ella entró a su casa, era un casa grande en la zona donde sabía que Tolkien vivía. 

– Espera un segundo, por favor. – él asintió. – Toma, muchas gracias por ayudarme. – le dio 10 dólares con una sonrisa. –¿Crees que puedas venir mañana también para pasearlos? 

– Claro, sin problema. – aceptó el dinero con una sonrisa, se despidieron y el rubio caminó rumbo a su casa.

Al menos ya tenía una manera de conseguir dinero, y ahí se le ocurrió algo. Pasear perros de gente rica, claramente a ellos no les importaría pagar más de 5 dólares para que alguien pasease a sus preciadas mascotas. Detuvo su andar y volvió a donde antes. Iba de casa en casa ofreciendo sus servicios de pasear perros. Llevaba apenas unas 5 casas, de las cuales tres aceptaron, mañana sería un día "pesado". Cuando iba a la próxima casa, vio a su viejo amigo, el hijo de Satán, bajando de la misma.

–¿Otra vez espiando a alguien? – dijo llamando la atención del pelinegro –hace mucho que no te veía en un lugar que no fuera en el infierno.

–Las cosas comienzan a ponerse interesantes por aquí, te darás cuenta después. – respondió acercándose a él.

–No sé de qué mierda hablas. 

–¿Quieres venir?, invité a alguien más pero no quiso.

–¿Por qué alguien querría ir al infierno con el hijo de Satán? –obvió el rubio –A excepción de Pip –agregó con un tono burlón.

–Cállate, imbécil –Damien comenzó a alejarse –¿vienes o no, McCormick?

–Tengo una mejor idea –Kenny se acercó a él siguiéndole el paso y sacó el porro que guardaba en su bolsillo.

Born in hell. [Kenny McCormick]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora