Capítulo №18

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Los días pasan rápido, casi no me doy cuenta, solamente caigo rendida en la cama y al siguiente nuevamente la rutina. Mi cuerpo se está adaptando a los horarios, tanto del trabajo, como también a la actividad de la academia de danzas. Hay personas en mi misma clase que solamente hacen eso, no trabajan o estudian otra cosa, y la verdad es que a la hora del rendimiento, se nota la diferencia entre ellos y yo. Hoy es viernes y debo decir que ya lo anhelaba, es el cierre  semana, es día de Salsa y sobre todo, de tragos en el club de abajo, será mi primer viernes, dicen que es el bautismo.

Pero eso se ve lejano ahora, mientras observo la máquina fotocopiadora parir las miles de hojas que necesito. Por suerte he comprendido mejor el trabajo que me toca, y cuando se me complica encuentro escapes como estos. También repaso todo lo que necesito comprar del mercado, en la casa ya no hay mucho, y ya que Tobías dijo que él cubriría los gastos de despensas y comida, yo obviamente me ofrecí a hacer las compras y seguro ganarme una estadía permanente en la cocina.

Mañana mi hermano cumple veintisiete años, me sorprendió cuando dijo que no quería fiestas, que haría un almuerzo y día de pileta para la familia y todos sus amigos, y que el que quería quedarse hasta la noche que lo haga, mas no habría fiesta y adolescentes ebrias dispuestas a tener sexo con él. Un cambio demasiado sorprendente, pero tal vez es porque estoy aquí y no quiere mostrarme esas cosas, como sea, me agrada.

—Qué pensativa —hablan a mi lado sorprendiéndome, giro mi cabeza y la sonrisa que venía oculta en todos estos días, por fin aparece.

—Hola, Et —Me acerco a prisa y beso su mejilla.

Et sujeta mi cabeza y también besa la mía con una intensidad que se siente más fuerte así, que si me besara en la boca. En toda la semana no lo he visto, o más bien sólo desde lejos o en algún almuerzo, Tobías y él han estado muy ocupados con el trabajo, y el fin de semana pasado tampoco me lo he cruzado. Me ha escrito por WhatsApp pero nada tan importante para destacar.
Me aparto y lo miro a esos preciosos y fríos ojos, me regala una brillante sonrisa y me entrega un papel.

—¿Me harías unas copias? —pide amable.

—Claro —accedo y la tomo en manos, es una cuadrícula con miles de números—. Pero tardaré hasta que la máquina termine el programa —aviso y se encoge de hombros restándole importancia.

—No hay problema, ¿me la llevarías a la oficina? —pregunta con pena—, es que Megan no está en el puesto —explica cohibido—, como siempre —agrega.

—Está bien —Me apresuro a responder—, en un momento te la alcanzo.

—Gracias, castaña —Se gira y comienza a caminar firme y bien erguido por el pasillo—, disculpa por pedirte labores que no te corresponden —Se disculpa sin girarse y ni me molesto en decirle que está bien, que no hay problema.

«Despide a esa perra de secretaria oxigenada, Et», pienso, «contrátame a mí, seré efectiva y te daré sexo todos los días».

—Ay, Dios, debo dormir más horas —susurro para mí misma y cuando la máquina por fin termina, realizo dos copias para Et.

Tomo la gran pila de copias y las dejo en la oficina administrativa, luego tratando de no ser vista, cruzo al otro lado del piso para llevarle sus copias. En el camino todos están muy ocupados y encerrados en sus respectivos lugares. Cuando por fin llego, me encuentro a la perra oxigenada, «por favor, va a llover, está en su puesto, se acabará el mundo». Cuando me ve instantáneamente se pone de pie en una pose totalmente territorial y deja a la vista su vestido color rojo totalmente pegado al cuerpo, tiene unos zapatos tan altos que no sé cómo pasa por la puerta sin ponerse los cachos con el marco de la puerta.

Castigo Caos#2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora