Capítulo №39

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Abro mis ojos con pesadez y los siento irritados por llorar. Además de que en más de una ocasión me desperté molesta, eran períodos en los que observaba dormir a Et. Él murmuraba cosas dormido y hasta se quejaba. Llegué a pensar en ¿qué hago mal? ¿Qué debería hacer? Tal vez darle lugar y que sea él quien me busque. No lo sé, a veces siento que exijo, y eso duele, él no exige amor porque se lo regalo.

Recuerdo lo de ayer y me parece algo tonto, pero la amargura sigue ahí. Por suerte el plan de hacerme la dormida funcionó y Et no presionó más. Por momentos me acercaba y lo abrazaba, me acurrucaba aspirando su aroma llegando a pensar que estoy perdida, que no sabría qué hacer sin él y de sólo pensar en alejarme se me retuerce el estómago.

Me giro a verlo y aún sigue dormido, se encuentra boca abajo y abraza su almohada. Con mucho cuidado de no hacer ruido, me levanto y camino hacia donde se encuentra mi bolso. Busco en el compartimento donde coloqué las pruebas y las tomo. Ya no aguanto las ganas de hacer pis y debo aprovechar este momento de más carga hormonal.
Una vez en el baño tomo asiento en el inodoro y abro la caja tomando en mano los tres lápices, les quito la tapa y los coloco en el lugar para que pueda hacer sobre ellos. Lo hago, y una vez que me aseguro de que están bien humedecidos, los saco y vuelvo a tapar. Mientras los limpio con papel sigo haciendo y espero.

Me levanto del inodoro, apoyo las pruebas en el mármol de la mesada y para no ponerme más tensa, comienzo a cepillarme los dientes y arreglarme. Cepillo mi cabello y lo sujeto en lo alto con una coleta. Aplico rímel y algo de bálsamo a mis labios para que no se resequen por el viento.
Miro las pruebas de soslayo y pienso que ya han pasado los cinco minutos.

Doy una última mirada al prospecto y me cercioro de cuál es el resultado. Estas nuevas pruebas simplemente dan el signo - (negativo) o el signo + (positivo). No sabría explicar qué siento, es una mezcla de miedo, ansiedad y algo más.

Destapo la primera.

Al principio no lo creo, parece una alucinación, de tanto que lo he imaginado: sucede. Pero sí, es positivo. Procedo con la segunda: lo mismo. Puedo sentir cómo me falta el aire, el rostro comienza a enrojecerse y debo tomar asiento. Destapo la tercera: también positivo. Las tres pruebas dieron positivo.

Siento el suelo girar, me toco la frente y comienzo a dudar frío. ¡Carajo! ¿Qué mierda haré? Me pongo a pensar tratando de encontrar la tranquilidad y llego a la conclusión de que puede que no sea cierto, es decir, esto ya me ha pasado. Puede que no esté embarazada. Debo hacerme una ecografía, además, ¿cuándo? Es imposible saberlo, desde el bautismo de la bebé Rossie hemos tenido sexo varias veces sin cuidarnos. Al mirar el papel dice que a menos de un mes da negativo... o sea que estoy de más de un mes.

—¿Castaña? ¿Estás en el baño? —Casi se me caen las cosas de la mano.

—Sí, en un momento salgo —respondo risueña.

—¿Te sientes mejor?

«No»

—Sí, mucho.

Con nerviosismo guardo cada una de las pruebas y todos los empaques sospechosos dentro de la caja y la escondo en mi maletín. Debo deshacerme de ellas. ¿Y si le digo? ¿Y si arruino el viaje? Voy a esperar a corroborar y se lo diré. ¿Cómo se lo tomará?

Ay, qué gran mierda.

Ahora todo tiene sentido, mi cuerpo, la poca menstruación, el hambre, las náuseas... Y yo pensando que eran nervios. Me detengo un segundo y me sujeto el vientre, a pesar de todo lo que se viene encima, nada ni nadie me quitará a un bebé. Tendré un bebé de Ethan.

Es mi sueño hecho realidad.

Cuando Ethan se arregló, bajamos a desayunar. Me sorprende que en ningún momento toque el tema. Es algo realmente extraño. Lo único que sí ha mencionado es mi reciente palidez —ya que soy morena por naturaleza—, y eso le llamó la atención.

Castigo Caos#2 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora