Capítulo 2.

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Después de esa conversación nos acostamos.

En medio de la madrugada sintiendo escalofríos en todo mi cuerpo, temblando y agitado, escuchando voces, una voz –Héctor, Héctor!- salto y despierto agresivamente con el arma apuntando, a punto de disparar cuando veo a Luz asustada estirando su mano hacia mí. Después de que mi mente se aclaró me tranquilizo.

-Perdón, lo siento mucho, de verdad- le digo a Luz bajando mi arma.

-¿Estás bien?- me pregunta.

-Sí, estoy bien. Solo fue una pesadilla, lo siento- le digo.

Luego de ese extraño incidente seguimos durmiendo.

A la mañana siguiente. Saliendo del Supermercado aparecen dos personas: una mujer y un hombre, ambos tienen un aspecto algo desagradable. A punto con mi arma –¡Qué quieren!?-.

Ambos se arrodillan –No nos mates por favor, se lo pido señor. Solo queremos ayuda con nuestra hija, está enferma, muy enferma- dijeron con ojos llorosos.

-No podemos ayudarlos, váyanse- les digo.

-Espera...- dice Luz agarrándome el brazo para bajar mi arma.

Yo, sintiendo la sospecha de que traman algo –Espera Luz- le agarró el brazo y me acerco a ella mirándola, le susurro –No podemos ayudarlos, pueden estar mintiendo, pueden ser Carroñeros-.

-Carro... qué? Tienen a una niña enferma, cómo puedes no ayudarlos?- dice Luz molesta.

-Descuiden- Luz los levanta, me mira –Los vamos a ayudar, su hija estará mejor-.

No tuve más opción que ayudarlos, con mi arma en mano y un dedo en el gatillo para estar preparado en caso de que sea una trampa, el hombre camina delante cojeando, Luz camina sosteniendo la mano de la mujer y yo detrás, mirando en todas las direcciones, arriba de casas y ventanas, caminando hasta llegar a una casa casi destruida, entramos.

-¿Dónde está la niña?- pregunta Luz.

-Por aquí- señalando hacia la sala.

El hombre cojo, al notarlo sonreír macabramente tan rápido como pude –Luz no!!- pude sentir un golpe en mi nuca. Viendo a Luz dándose la vuelta –Héctor!!- gritando mi nombre. Sentir como mi cuerpo se debilita y cae, para luego ver como golpean a Luz para desmayarla así como hicieron conmigo, lo último que pude escuchar mientras cerraba mis ojos era el eco de mi voz llamándola –Luz...-.

Mientras tanto en las calles yacen Los Perros Rabiosos, separados en manadas, buscándonos en cada rincón y en cada lugar, buscándonos por haber matado a sus hombres, o quizás para algo más.

De vuelta a la casa donde fuimos secuestrados. Escuchando voces de personas pidiendo ayuda, me despierto agitado sintiendo como abro los ojos, pero sin poder ver del todo ya que me encuentro con la cabeza tapada con una camisa, tratando de encontrar y saber dónde está Luz.

-¡Luz, dónde estás!?- intenté llamarla sin hacer mucho ruido.

Llamándola varias veces sin saber nada, intentando moverme hasta que una voz femenina suena llamando mi nombre.

-Héctor! Héctor dónde estás?- Luz llamándome con una voz algo temblorosa y asustada.

Intentando detenerla para evitar que nos descubran –Shhuu! No grites tan fuerte, Luz-.

-Voy a quitarme esto de encima y te ayudaré para irnos de este...- fui interrumpido por un golpe en mi cara, haciéndome escupir algo de sangre.

Me quitan la camisa de la cabeza y veo que estoy en la cocina, veo al mismo viejo cojo, lo miro con rabia –Viejo asqueroso- antes de poder intentar saltar encima del viejo otro hombre suelta un golpe en todo mi estómago. Al mirar, son cuatro personas: el viejo asqueroso, la vieja estúpida, un hombre alto y uno un poco joven posado en la pared mirándome con una sonrisa estúpida.

Sobrevivientes(Reescrito)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora