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22/02/2023 

Editado > 04/11/2023

'Ahora entiendo porqué es tan malo acostumbrarse a alguien... '

La luz de la lámpara, iluminaba la estancia creando sombras con una ligera apariencia humana.

La luz de la lámpara, iluminaba la estancia creando sombras con una ligera apariencia humana

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Las paredes pintadas de color crema, parecían estrecharse cada vez que las miraba. Como si también estuvieran intentando resistir al dolor que ella sentía por dentro.

El viento se colaba por las ventanas abiertas, y a causa de esto, se podía vislumbrar un bonito cielo de tonos púrpuras y rojizos, donde abundaban enormes nubes blancas esponjosas.

 Las cortinas, a su vez, se movían inquietas por la estancia. Rozando alguna que otra vez, a la chica que, tumbada en la cama, hacía esfuerzos por no echarse a llorar.

Las emociones crecían en su pecho, desbordándola por completo, y provocando que cada vez le fuera más difícil mantener la calma y pensar con claridad.

Respira hondo intentando serenarse. Desesperada, busca su móvil y los cascos de música. Tiene una ligera idea de lo que debe hacer en situaciones como esta.

Encuentra su teléfono en la mesilla, mientras que los auriculares, se encuentran bajo un montón de ropa esparcido por la silla del escritorio.

Su habitación es un completo desorden, y por un instante, tiene un deseo repentino de comenzar a ordenarlo todo. Por si de casualidad, también consigue encontrarse a sí misma entre tanto caos.

Pero finalmente, rechaza la idea. Está demasiado agotada para hacer nada que no sea, tumbarse en la cama y escuchar música.

Tiene el dedo preparado para reproducir una canción aleatoria de su lista, pero una sensación extraña, la detiene antes de que le dé al play.

Ni siquiera tiene tiempo para pensar en que podría estar sucediendo, antes de que la puerta de su habitación se abra de par en par.

– Hola. ¿Qué tal? – Su compañero de piso, Liam, asoma la cabeza, observándola con detenimiento. Al percatarse de las ojeras bajo sus párpados, de su pelo desastroso y de su camiseta hecha jirones, levanta la mano y la detiene antes de que ella pueda decir nada. – Vale, mejor no respondas. ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?

 ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?

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– No. – Su respuesta es clara y concisa. No hay nada que pueda ayudarla. 

– De acuerdo, si necesitas algo estaré en el comedor. – Liam levanta una mano nuevamente para revolverse el pelo preocupado. – Puedo traerte una tarrina de helado si quieres... – Sus ojos avellanas, se detienen en sus labios entreabiertos, pero hace un esfuerzo por apartar la vista y continuar mirándola.

– No gracias, estoy bien. – Ella comienza a girarse con decisión, dando por finalizada la conversación. Al notar que Liam no se mueve, ni hace nada que indique que vaya a marcharse, se apresura en continuar. – No te preocupes, te llamaré si necesito algo.

– Vale. – Un silencio tenso se extiende entre ambos, palabras que les gustaría pronunciar a ambos pero que ninguno será capaz de formular por el momento. 

Cuando parece que la tensión no puede hacerse más espesa, Liam aprovecha para acercarse lentamente.

Solo los separan unos pasos, pero sus miradas se cruzan y todo parece estallar.

Se funden en un abrazo de carne y fuego, mientras sus corazones laten al compás de una música que solo ellos son capaces de escuchar.

Una música nueva que nunca antes había sentido.

¿Y si...?

Miles de preguntas se forman en su mente, pero es incapaz de responder a ninguna.

Dejarse llevar es algo demasiado tentador en ese momento, pero no desea equivocarse de nuevo.

Debe tomárselo con calma y pensar. Por ello, primeramente deberá pensar y relajarse.

Se separa de Liam con un suspiro de agradecimiento, a continuación enciende la música y observa cómo él se marcha de su habitación cabizbajo.

Los acordes de su canción preferida comienzan a sonar, mientras las lágrimas ruedan por su mejillas.


❥ 𝙵𝚛𝚊𝚐𝚖𝚎𝚗𝚝𝚘𝚜 ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora