─── 𝟎𝟎𝟐. 𝗲𝗹 𝗹𝗹𝗮𝗺𝗮𝗱𝗼

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Alexandra Hatun

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Alexandra Hatun

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LA ORDEN DE SU MAJESTAD fue cumplida al pie de la letra por los encargados del harén. Prepararon a Alexandra para pasar esa noche con Su Majestad; le enseñaron lo que debía de hacer y decir. Hace tiempo que el actual Sultán no recibía concubinas en sus aposentos.

Mahidevran Hatun siempre impedía que otra mujer tocara las sábanas de seda de la cama de su majestad. Eso fue una de las razones por las cuales enviaron a Ayse a los aposentos del Sultán un día antes de la llegada de La Hatun.

Ahora, caminando por el camino dorado, Alex se preparaba para la primera noche con aquel hombre que decía ser todopoderoso. Una noche con él equivalía a hacerlo feliz y obtener un regalo o un deseo. Y ella deseaba eso último más que nada.

Al llegar a aquellas grandes puertas, el agha hizo una reverencia y miró a Sümbül, afligido. El encargado del harén le miró con fastidio.

── Su majestad espera a la concubina── señaló a la ansiosa pelirroja, que mantenía sus manos pegadas a sus lados, nerviosa.

── Mahidevran Hatun se encuentra con su majestad, esta noche──una mujer dijo, captando la atención de los recién llegados. Sümbül le miraba con odio y asco, así que Alex supuso que esa mujer no era de su agrado.

Sümbül y Nigar se miraron fastidiados; no querían desobedecer a su madre sultana tampoco. La mujer había sido muy clara al momento de ordenarles que Alex debía entrar a esos aposentos, costase lo que costase.

La mujer sonrió con duda al ver a la concubina suspirar, aliviada en lugar de decepcionada; era más, por lo que había oído de Ayse. La muchacha pelirroja era revoltosa, sí, eso fue lo que le dijo, pero la muchacha parecía muy tranquila. Según la concubina, Alex debía enloquecer.

── ¿Por qué seguimos aquí?── preguntó la pelirroja sin pelos en la lengua. Sümbül la miró con más molestia y Nigar la observó entre ojos.

── La muchacha tiene razón, ¿por qué siguen aquí?── La mujer preguntó alzando una ceja y ahora expresando una sonrisa arrogante en su más grande esplendor.

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