03. La tan esperada noche.

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Alexandra Hatun

Alexandra Hatun

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NUEVAMENTE HABIA SIDO Preparada para visitar esa noche los aposentos del Sultan y está vez sí estaba más que confirmado

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NUEVAMENTE HABIA SIDO Preparada para visitar esa noche los aposentos del Sultan y está vez sí estaba más que confirmado. Alistada con su vestido blanco que mostraba su pureza había Sido cambiabo por uno rojo, por qué el Jueves santo le había tocado a ella. Todos rezaban para naciera un nuevo Sehzade o para que ella se muriese.-Mahidevran.-, al llegar a las grandes puertas, noto como Ibrahim miraba desde la otra esquina con su cara totalmente triste, pero con una sonrisa forzada mostrándole que la apoyaba y que ese era su destino.

Totalmente convencida entro a los aposentos reales, al notar que el Sultan estaba de espaldas sonrió en grande, acercándose lentamente, a la mitad de su caminata Süleyman se dió vuelta con una gran seriedad que cambio al verla ella ahí. Formó una gran sonrisa completamente feliz y satisfecho. Ella completo absolutamente todos los protocolos. Sí quería ser la favorita debía seguirlos al menos hasta tener la suficiente confianza para demostrar como era ella realmente.

Süleyman la agarró de la cintura y cuando iba a besarla, se desmayó en sus brazos encantada. Süleyman preocupado la acostó en la gran cama, palmeaba lentamente sus mejillas para que despertaste, "funcionando.", Abrió sus ojos lentamente para sonreír totalmente encantada y bobamente.

—. Su majestad..—. Susurro encantada mientras una pequeña sonrisa se posaba en sus labios.

—. Alexandra. ¿Quieres que llame al doctor?—.  El dijo de igual forma, el iba a pararse, pero ella lo agarro del brazo impidiendo que se valla. El sonrió agarrándola de las mejillas para ambos fundirse en un gran beso.

El oxígeno era necesario así que se alejaron para mirar a los ojos mutuamente. Aunque algo en el estómago de la fémina se removia incómoda, no era como cuando se había besado con el hombre misterioso. Había Sido totalmente distinto. No le gustaba el beso con su majestad. Prefería el del hombre misterioso inevitable mente paso lo que tuvo que pasar desde el primer día que ella tuvo que pisar esos aposentos.

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