« ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ ᴠɪɪ »

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Jessica

Una hora después, Vittoria se duerme luego de alimentarse con mi pecho. Le doy un beso en la punta de la nariz y me lleno el pecho con su aroma de bebé y perfume de flores. La coloco en su cuna y por primera vez, me relajo.

Hay una melodía suave que se reproduce de algún aparato en la habitación a un volumen tan bajo, que se siente como un lugar pacífico para descansar. No hay ruido de autos o gritos por aquí, solo paz y silencio.

La habitación de bebé está pintada por un color marrón claro, con un estante lleno de cuentos infantiles y peluches. Encima de la cuna hay una cuerda que sostiene varias estrellitas que brillan cuando las luces se apagan. Una ventana, una pequeña mesita con sillas, una cesta llena de más juguetes y un armario más grande que el que teníamos en casa, con pilas de ropa de bebé.

Quien sea que se haya encargado de preparar esta habitación, pensó en todo.

Le doy una última mirada a Vittoria y salgo de su habitación apagando las luces. El techo está lleno de estrellas que también brillan en la oscuridad. Cierro la puerta con cuidado y salgo.

Me permito respirar antes de entrar a la habitación que voy a compartir con Demian.

Mi cuerpo entero pesa y por eso lo primero que hago, es tomar una muda de ropa, una toalla y salgo para entrar al baño y darme una ducha. Escucho su voz en la sala y parece estar en medio de una llamada, una que todavía va a tardar en acabar.

Entro al baño y paso el seguro a la puerta antes de comenzar a desvestirme.

🤍

De todos los pijamas que tenía, Angela tuvo que empacar los menos discretos que tenía. Entre ellos, pude rescatar un vestido largo de tela satinada en color rojo y fue lo que me puse, con la bata de mangas largas para cubrir mis hombros y brazos.

Tomo asiento en el tocador y miro todos los productos perfectamente alineados. Labiales, perfumes y cremas me dan la bienvenida. Un espejo ovalado me muestra la cara de muerta que tengo y me quito los lentes de contacto de los ojos para comenzar a aplicarme crema en el rostro.

Encuentro sérum para las ojeras, toallitas para desmaquillar y otros productos faciales y me pregunto cómo es que Demian conoce todos estos productos. El pinchazo de molestia en mi estómago viene al pensar que pudieron pertenecerle a otra mujer.

Tomo el cepillo y comienzo a peinar mi cabello. Mis ojos de colores diferentes, pecas y un cabello rojo natural son todo lo que veo hasta que la puerta se abre y Demian entra. Soy lo primero que ve y sonríe por eso.

Dejo el cepillo en la mesa y me aparto el cabello del hombro para dejarlo a mis espaldas. Se acerca y se inclina para mirarnos en el espejo. Mi cuerpo permanece recto y mi respiración cambia levemente al tenerlo pegado a mi espalda.

Inclina la cabeza y pasa la nariz por mi cuello. Mi cuerpo se estremece y cruzo los brazos sobre mi pecho para evitar evidenciar mis pezones erguidos. Me da un beso detrás de la oreja y mis ojos casi se cierran por el placer.

—Hueles tan bien que podría abrazarte toda la noche y perderme en tu aroma.

—Bueno —me aclaro la garganta—, tú apestas a sangre y no me apetece que entres a la cama con ese aroma.

Suelta una risa y se aparta. Me levanto de mi asiento y tomo lugar en la cama.

Demian se quita los anillos y el reloj de la muñeca y comienza con la camisa. Mis ojos se pierden en cada protuberancia descubierta de su torso cuando suelta botón por botón; su pecho firme y su abdomen perfectamente marcado con una cintura estrecha. Sus hombros se mueven para terminar de quitarse la camisa y veo cicatrices en su cuerpo que me pregunto como es que están ahí.

Infame ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora