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El chico de la bicicleta.

Arisu cuando menos se lo esperaba, el chico ya estaba frente a ella, tratando de regularizar su respiración

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Arisu cuando menos se lo esperaba, el chico ya estaba frente a ella, tratando de regularizar su respiración. Ni siquiera se dió cuenta en qué momento Miyata ya se había acercado hasta ella, estaba demasiado concentrada en sus pensamientos que ¡BUM! De un momento a otro ya se encontraban parados frente a frente. Eso la tomo desprevenida.

- Ah... -no sabía que decir o responder, ella tampoco se esperaba encontrarselo ahí. Se sentía avergonzada por lo que había escrito sobre él, que ni siquiera lo podía mirar a la cara, tenía la miraba clavada en el piso- yo tampoco esperaba verte por acá.

-El Gimnasio esta cerca, por estás calles siempre salgo a correr, así que no es novedad que esté por aquí. ¿Tu que haces por aquí? - La última vez que hablo con Arisu ella se enojo porque el no la miraba, ahora es ella quien no lo estaba mirando a él.

-¿En serio? - no sabía porque se sentía tan intimidada, ni siquiera podía mirarlo a la cara. No es como si estuviera siguiendo a Miyata cómo para sentirse así. Su nerviosismo empezó a subir, cómo la primera vez. - solo estaba pasando por aquí.

-Mírame - Agarró el mentón de la chica entre su dedo pulgar y su dedo índice, haciendo que está alzará la cabeza y lo mirara sorprendida y sobresaltandose. - A mi tampoco me gusta que no me miren. -dijo imponente, disfrutando la expresión de total sorpresa y nerviosismo de la más baja.

Arisu se encontraba tensa, eso la había tomado desprevenida, no solo la acción de  repentina confianza del chico, si no también sus palabras, la forma y el tono en que lo dijo, todo de él la había sorprendido. Lo dijo de una forma tan elegante, tan dominante y tan... ¿Sensual? No sabía cómo decirlo, pero el caso es que ella había olvidado por completo todo lo que pasó ese día en la entrevista.
Ahora, talvez, le gustaba como antes.

-

¿Quieres acompañarme? Ya casi termino el entrenamiento - mentira - solo tengo que cambiarme la playera y ya - otra pequeña mentirita, claro que no iba a acabar, le faltaba casi la mitad de la rutina de ejercicios  y unas 4 horas más para poder irse del gimnasio- podemos hablar.

- Lo siento, Miyata. Tengo que ir a mi trabajo, solo salí a comer... De hecho tengo que llegar en- vio su reloj de muñeca, solo faltaban 5 minutos para que acabará su horario de comida- ¡¿Qué?! Ay perdón, Miyata, me tengo que ir. - se dió la vuelta y empezó a correr a toda prisa, pero después bajo el ritmo y volteo a dónde estaba el chico, divisandolo con una pequeña sonrisa. -  ¡Adiós!

(...)

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Miyata Ichiro - Volg ZangiefDonde viven las historias. Descúbrelo ahora