Los rayos del sol calientan mi rostro y es cuando me doy cuenta que ha amanecido. Tomo el celular y le quedan sólo unos minutos a la alarma para despertarme. Me estiro un poco para tratar de adaptar el cuerpo al próximo paso: tomar la ducha más sanadora del día. Intento levantarme y siento la mano de Oliver agarrando mi cintura para que no me salga de la cama.
Todos los días en la mañana es la misma ceremonia y es que tengo que sonreír porque es su manera de demostrarme lo mucho que me ama. Por supuesto que no puedo dejarlo que me retrase, hoy tengo que tratar de lucir perfecta y segura en esa entrevista de la editorial. Mi sueño de ser una escritora famosa y reconocida no me lo impide ni yo misma.
Claro que los nervios están en la posición de arranque, listos para salir pero de eso nada, hoy no es el día. Me giro para observar a Oliver y es que por lo menos para mí es precioso. Pelo negro, ojos marrones y rasgados, labios finos, piel con color de bronceado, alto y con un cuerpo tonificado por las horas dedicadas al gimnasio. Las palabras que lo definen son: esculpido por Dios y es que no hay otra forma de describirlo.
—Oli, sabes que no puedo llegar tarde hoy a la entrevista —le digo con tono suplicante y le paso la mano por su pelo negro sedoso haciendo círculos con mis dedos. Me hizo una maniobra que no me di cuenta en el momento que me puso a horcajadas sobre él.
—¡Oliiii! Basta, no tengo tiempo para esto por favor —comienza a acariciar mi espalda con la yema de los dedos produciéndome un cosquilleo placentero—. Si sigues por ese camino es inevitable mi retraso, por esta vez déjalo pasar.
—No quiero, ni puedo parar de tocarte —dicho esto me coloca encima de su media erección e inicia movimientos en círculo y con sus manos hace una ligera presión en mis caderas para que el roce se volviera más caliente.
—¡Mmm! Oliiii, tú no pierdes la oportunidad —por Dios mi mente y cuerpo se perdió en el placer.
Oliver me fue desnudando lentamente y repartiendo besos húmedos y cálidos por mi pecho, clavícula y cuello. Dios, mi cuerpo reaccionó al instante, la piel se me puso de gallina con todo ese contacto. Bueno es mejor caer en la dulce tentación que quedarme con las ganas.
Le quito sus boxers y me introduzco su miembro vigoroso, se produjo una colisión extraordinaria. Cuando se ajusta a mi cavidad rodeada de los fluidos de mi excitación inicia sus embestidas con suavidad y fue subiendo su velocidad a medida que mis gemidos inundaban la habitación. En minutos llegamos al clímax y por supuesto mi rendición en su pecho amplio.
—Elena, te quiero tenlo siempre presente. Ahora apresúrate no debes llegar tarde —me lo dijo acariciando mis nalgas y con una sonrisa ladina.
—Eres lo más descarado que he podido apreciar —le doy con el puño cerrado por su pecho con suavidad.
—Pero tú adoras a este descarado —y en eso lleva la razón.
Le doy un beso en su pecho y me levanto para tomar una ducha. Antes de entrar me miro al espejo.
—Tú puedes con esto y obtendrás tu preciado trabajo. Elena no dudes de ti y de tus habilidades —me digo a mí misma dándome fuerzas y continúo mi camino a la ducha.
Ya arreglada comparto un poco de mi tiempo para desayunar con Oliver. Yo sólo bebo café con leche, no es conveniente llenarme con este manojo de nervios. Al terminar le doy un beso para salir rumbo a la editorial, realmente no quiero ser impuntual. Me levanto de la silla y me sujeta la mano deteniendo mi movimiento.
—Estás hermosa. Tengo que preocuparme —la cara de Oliver es de celos pero es la primera imagen no puedo fallar con la impresión que voy a dejar.
Llevo mi vestido blanco ajustado de mangas cortas y unos tacones bajos de color negro. Mi piel es morena, ojos de color café, pelo negro largo por la cintura y mi cuerpo intento tonificarlo con el ejercicio.
—Oliver. Voy a ir a obtener mi empleo y cumplir una de mis metas. No voy para salir a dar un paseo. Beso y por favor deséame suerte —me inclino para besarlo y tomo la llave del auto para dirigirme a la editorial.
Demoro media hora en llegar y con suerte justo a tiempo. Estaciono el auto y al bajarme casi golpeo a un chico con la puerta.
—Disculpa no te vi venir y casi te arrojo la puerta. Lo siento mucho —me sujeto bien el bolso y continúo el camino no puedo retrasarme.
—Se nota la premura —oigo decir al chico a lo lejos.
Al estar frente a las puertas de la editorial, me paro e inhalo un poco de aire. Ya estando dentro me presento en la recepción y espero a que me llamen para la entrevista en el lobby. El lugar es acogedor y la decoración sólo te hace sentir que estás en casa. Con toda aquella belleza me siento más tranquila y relajada. Los nervios desaparecieron y casi oigo a lo lejos la voz de la recepcionista.
—Señorita Elena Córdoba, ya puede usted pasar —me dice la señora de la recepción.
—¡Oh! Muchas gracias —me levanto y entro a la oficina donde me informaron me esperan para la entrevista. Al acercarme toco la puerta con dos golpes suaves.
—Por favor, pase, la estoy esperando —se oye en el interior la voz de una mujer y abro la puerta entrando a la oficina.
—Buenos días, soy Elena Córdoba, vengo para la entrevista —me quedo parada en la puerta y la señora me hace un gesto con la mano para que tomara asiento y no dudo en sentarme.
—Buenos días para usted también, señorita Elena. Le di una ojeada a su curriculum y no está nada mal. Ha trabajado como maquetadora, correctora y lectora editorial eso es perfecto. Y que haya tomado la iniciativa de lanzarse como escritora pues es un reto maravilloso —se expresa con amabilidad y altas expectativas.
—Muchas gracias por reconocer mi trabajo de verdad, gracias —le contesto sinceramente.
—Te voy a dar entonces este contrato para que lo leas con calma y tomes tu decisión como escritora. Por lo pronto puedes empezar a trabajar como maquetadora o lectora editorial a partir de mañana si estás dispuesta —me dijo dándome un sobre con el documento de contratación.
—Pues superagradecida por la oportunidad y dentro de poco le daré respuesta del contrato. Creo que comenzaré como lectora editorial —me levanto del asiento y me despido amablemente.
Salgo de esa oficina con miles de emociones. Me quedo paralizada frente a la puerta estoy tan enajenada en mi mundo que no me doy cuenta de la persona que me observa detenidamente y por qué me mira así, le debo algo a ese chico. Al caer de mi propio cielo sacudo mi cabeza y sigo el camino a la salida. Por Dios, en mi primer día las personas pensarán que yo estoy loca. Hoy de alguna manera debo celebrar mi comienzo al éxito.
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Tal vez me ame
RomanceDerechos reservados de autor. Esta es la historia de Elena Córdoba una mujer joven, segura de sí misma, inteligente y amante de la música. Su mundo es el perfecto símbolo de una vida maravillosa e ideal junto a su novio Oliver Estalrich. Persiguiend...