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Era un día lunes, los más odiados de Lionel, corrió en la madrugada, se dio un baño y desayunó antes de partir a la oficina. Los otros empleados le saludaron con aquel temor habitual y él solo respondió con una señal al subir al ascensor. Su oficina estaba en el último piso, por lo que podía disfrutar de la música de ascensor mientras este subía los treinta pisos del rascacielos.

Observó su reloj y se mordió el interior de las mejillas, se supone que ese día tendría una reunión muy importante con unos inversionistas que lo habían invitado a un almuerzo buscando fijar una fecha para la firma del contrato por la millonaria inversión que querían hacer en su empresa.

El ascensor se detuvo y él salió, dirigiéndose a su oficina. Abrió la puerta, extrañado al ver el escritorio de su secretario vacío. Guillermo era un madrugador y siempre estaba en la oficina mucho antes de que él llegará.

Oh, pero ahí estaba

Un gorjeo infantil lo sacó de sus pensamientos, al mismo tiempo que sus ojos se encontraban con los de un pequeño bebé que mordisqueaba con sus encías un juguete. Su nariz picó por el olor infantil, era la primera vez en mucho tiempo que sentía aquel olor, no era como el olor dulce que todos mencionaban, era un olor profundo muy parecido al de su padre omega, que se asustó al verlo de pie en la puerta.

-¡Una disculpa, señor Messi! - se excusó inmediatamente, la carpeta en sus dedos cayó al suelo.

-Tranquilo, en realidad... no me molesta - explicó al rascarse la nuca, el bebé le observó con sus grandes ojos y río, saltando en su lugar. Guillermo comenzó a recoger los papeles, acomodando todo en su lugar, notablemente nervioso.

-No, no, llegué muy temprano y comencé a acomodar todo, se me pasó la hora y -

-Como te dije Guillermo, realmente no me molesta - sonrió amablemente, adoraba a los niños y el de Guillermo era uno muy bonito. Tenía los mismos ojos chocolate del omega y un coqueto lunar en la nariz, justo como su mejor amigo - Además, es tu bebé, entiendo que no quieres dejarlo tan pronto.

-Lo siento - se disculpo nuevamente el omega, el niño soltó el juguete y Lionel lo atrapó antes de que se cayera - No volverá a pasar.

-¿Cómo se llama?

-Kevin - lo dijo en voz baja, al acercarse a él y alzarlo en sus brazos, posando un beso en su mejilla y observando como el pequeño se retorcía en sus brazos - Saluda bebé

El pequeño hizo un adorable gesto y le lanzó un beso, haciéndolo reir junto a su padre.

-Awww, pero que adorable. Es realmente bonito, ¿cuántos años tiene?

-Catorce meses - Lionel sacó cuentas mentalmente, eso era poco más de un año, lo que explicaba como lucía tan pequeño - Lo llevaré a la guardería y le traeré su café del día.

-Bueno

-¿Alguno en específico?

-Estaré bien con un expreso, de antemano gracias, Guillermo

-No hay de qué señor Messi - le vio alejarse y salir de su oficina, que Guillermo organizara todo resolvía unos cuantos problemas. Ahora sabía quién acomodaba sus papeles y limpiaba su escritorio, además de aquello explicaba porque su oficina siempre olía demasiado como el omega.

No es que aquello fuese algo molesto.

Se sentó frente a su escritorio y tomó aquella carpeta, antes de recordar algo, Guillermo iría con el a aquel almuerzo, entonces, ¿con quién dejaría a su bebé en el descanso? De todos modos no era su asunto.

Aunque estaba claro que el grupo de la guardería se haría cargo del pequeño cachorro, aquella política había sido implementada antes de que él llegase y si lo analizaba, era una de las mejores cosas que habían sido propuestas para el beneficio de los trabajadores.

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