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Guillermo no se sorprendió de encontrar a su padre al abrir la puerta de su casa, había ido solo por temor de ver a sus suegros nuevamente, su teléfono no había dejado de sonar con llamadas de ellos y no había podido pegar un ojo en toda la noche debido al estrés que eso le producía. Conociéndolos, eran capaces de aparecer en cualquier lugar y hacer una escena, ya lo habían hecho antes, durante su embarazo.

-Solo vine por ropa - Le dijo al pasar por un lado, su padre soltó un suspiro y tomó su brazo con delicadeza, deteniendo su andar - ¿Papá?

-Ven, Memo, debemos hablar.

El omega se dejó llevar hasta el sofá, había dejado a Kevin con Andrés, su cuñado había estado ayudándolo un chingo con el bebé, pero decía que no había pedo. Por su situación, él estaba muy agradecido con él, Andrés lo había apoyado incluso desde antes de casarse con su hermano, ya que eran amigos de la infancia y era la única persona a la que podía hablarle cuando estaba frustrado.

-¿Qué pasó?

-Unos policías vinieron en la mañana y dejaron esto aquí - Le tendió un sobre, haciéndolo tragar duro. ¿En serio habían llegado a ese extremo? ¿A denunciarlo? Viejos ojetes, se dijo mentalmente, que se vayan a la chingada - Tu mamá y yo tratamos de hacerlos entender, pero ellos están cansados y en el fondo los entendemos, hijo. Solo quieren formar parte de la vida de su nieto.

-No, papá, los que no entienden son ustedes. Dios,¿Por qué simplemente no pueden dejarme tranquilo? - gimió, sintiendo los ojos picarle al ver la citación - Haciendo esto ellos tienen las de perder, yo no quería llegar a esto, pero esto es realmente bajo, incluso para ellos.

-¿A qué te refieres? - Su padre tomó su mano y le vio romper en llanto - Memo, explícame, si no lo haces, no lo entenderé.

-Y-Yo... So-Soy un mal hijo... - gimoteo, aferrándose a su pecho. Había hecho lo mejor que había podido para nunca fallarle a sus padres, quienes sólo le habían dado amor y todo lo que nesitaba.

Había sacrificado cinco años de su vida por no dejar que el esfuerzo de toda la juventud de sus padres se fuera a la mierda, no le importaba y ciertamente actualmente tampoco lo hacía porque había sido su decisión. El muy culero de Gerardo había orillado a la empresa de sus padres al fondo de la bancarrota sin que supieran y le había dado la opción de salvar la empresa si aceptaba casarse con él, por supuesto Guillermo había aceptado casarse por esa simple razón, sin saber quién era el verdadero causante.

Obviamente, Gerardo se lo había restregado en la cara en la primera oportunidad que había tenido, disfrutando viendo la humillación en su rostro.

Sus padres lo eran todo para él y había estado dispuesto a desperdiciar su vida por verlos feliz, el único defecto era que no había contado con la aparición de su pareja destinada, el primo hermano de Gerardo, Manuel Neuer.

-Nunca les dije nada porque no quise decepcionarlos - lloriqueo restregándose el rostro - Soy un pendejo...

-No comprendo, Guillermo

-Kevin no es hijo de Gerardo, papá, es hijo de otro hombre y ellos lo saben, yo se los dije - lloriqueo - Gerardo también lo sabía, por eso... - tomó una respiración profunda para que su voz no se quebrara - Les mentí cuando les dije que fui de viaje al principio del embarazo porque había discutido con él. Nos separamos porqué lo engañe.

¿Te hizo algo? - Su madre había entrado a la sala al escuchar su llanto le observó con lágrimas en los ojos - ¿Eso fue? ¿Él te hizo daño?

Sus dos padres dejaron salir el aire de sus pulmones al verlo asentir, su madre se arrodilló frente a él y le tomó del rostro, el dolor brillando en sus ojos oscuros.

RUMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora