00

449 63 1
                                    

Lionel Messi estaba acostumbrado a los rumores, sobretodo a los que crean sus subordinados.

No tenía mucho tiempo de haber tomado la posición de director general en la empresa, donde la mayoría de los trabajadores estaban acostumbrados al cálido hombre que era su padre. A su lado él era un témpano de hielo que gritaba macho alfa desde México hasta Argentina.

Por lo que el rumor de que era un hombre cruel y tirano llenaron prontamente el lugar tras su primera aparición, incluso había escuchado a las secretarias comentar entre ellas que seguramente participaba en peleas callejeras cuando estás notaron las cicatrices en sus manos, cicatrices que en realidad había obtenido por jugar con gatitos.

En una oportunidad se le había ocurrido llevar una camisa de manga corta, mostrando su brazo tatuado, lo que de alguna manera terminó formando el rumor de que había ido a la cárcel por haber matado un hombre, se había vuelto un narcotraficante y tenía lazos con la mafia, que sólo tenía esa posición luego de salir de la cárcel porque era el único heredero que tenía la familia Messi.

Para el final de su primer mes, ya tenía toda una reputación terrible, lo que significa que las y los omegas de la empresa lo evitaban como si fuese una plaga; a los betas les temblaban las rodillas cuando les hablaba y los alfas apenas podían hablarle y verlo a los ojos al mismo tiempo.

Aunque no es como si aquello le importara demasiado, estaba bien con mantener más que una relación de respeto con sus subordinados , el único defecto era uno. Sus sesecretarías cambiaban con demasiada facilidad, bastaba solo fruncir el ceño para que las mujeres (omegas en su mayoría) entregarán su renuncia al día siguiente, por lo que debían rotar personal y nuevamente debía volver a acomodar su rutina.

Soltó un amargo suspiro al escuchar como la puerta era tocada:

-Con su permiso - Levanto la mirada al escuchar esa voz, su mirada encontrándose con unos ojos color chocolate, unos lindos rizos que parecían de oro, además una estela que olía a ¿mazapán? - Buen día, señor Messi, mi nombre es Guillermo Ochoa y seré su secretario a partir del día de hoy.

-¿Un hombre...? - Se le escapó de los labios, antes de que recuperará su compostura al notar que aquello había incomodado al omega. - Lo siento, no lo dije con esa intención. Es solo que es la primera vez que mi secretario es un omega masculino.

-¿Eso sería un problema, señor Messi?

-De ninguna forma, pasa, tengo que conversar el itinerario contigo

Guillermo era agradable, tenía una risa preciosa y por el momento no parecía verse afectado por los rumores. El omega le llevaba café todos los días, pero mayormente mantenía su distancia, por suerte se notaba que no era por temor o por alguno de los rumores.

Era solo que el omega estaba casado, se había enterado por casualidad al ver la alianza en su dedo anular y preguntarle al respecto.

-¿Estás casado?

-Si, señor, aquí tiene su café del día

No es que aquello fuese tan relevante para él, porque hasta ese momento, Lionel no había sentido interés por otra persona. Su mejor amigo, Cristiano decía que aquello se debía a la decepción amorosa que tuvo a los diecisiete años, cuando vio a las personas que más quería ( quizá no de una manera romántica, quizás si, ciertamente aún no lo comprendía) juntas.

Neymar y Sául eran felices juntos, sus carreras profesionales brillaban por su prestigio y sentimentalmente eran una de las parejas más estables, siendo la otra la de su mejor amigo y un bonito omega llamado Javier.

¿Pero él...?

¿En una relación?

No

Además, ¿con quién? No había nadie que le llamara la atención y si simplemente estaba caliente, podía ir a un bar cualquiera y cogerse a cualquiera

Tan difícil no era, duh

-¿Escuchaste eso?

Otro rumor más, aguanto las ganas de rodar los ojos y avanzó hasta la zona de descanso con la intención de prepararse un café lo suficientemente fuerte como para calmar el dolor de cabeza que tenía y aliviar el hambre que sentía, no solía comer cuando estaba estresado y en ese momento estaba realmente estresado.

-¿El que?

-Dicen que el marido de Guillermo murió, pero el sigue viniendo - aquéllo llamó su atención, no había notado cambio alguno en la esencia de Guillermo, ninguna señal de dolor o tristeza. - Esta como si nada

-Había escuchado que era un matrimonio por conveniencia

-¿Bromeas? ¡Él llevaba su marca! - exclamó una, llevándose una mano a los labios - Además, también tiene un hijo. ¿Cómo llevas una marca de alguien que no amas? Desagradable.

Odio el tono con el que se referían a su secretario, pero antes de poder gritarles algo, lo notó al otro lado del pasillo. Este estaba en el área de guardería donde los trabajadores dejaban a sus hijos pequeños, era una política que se había propuesto para ayudar a los que trabajaban en aquél lugar.

Este reía mientras dejaba varios besos en las mejillas de un bebé que se carcajeaba entre sus brazos, su instinto pico al ver aquella escena y sentirse por primera vez consiente de lo delicioso de aquella esencia que había pasado ignorar tres semanas de sentirla a su alrededor.

Su secretario... ¿Siempre había lúcido así de bonito? Con su cabello castaño un poco más largo que el suyo, su piel canela y sus labios que parecían realmente dulces, además de ser perfectos para besar. Se movió incomodo por la sensación, pero lo que lo regreso a la realidad fue otra cosa.

-¿... Señor Messi?

-¿Ah? - bajó la mirada y maldijo en voz baja al notar que su taza ya estaba llena y había botado el café en la mesa por quedarse embelesado observando a Guillermo.

Genial ahora tendría que preocuparse por otro rumor más.

RUMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora