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Llegaron a la feria alrededor de las diez de la mañana, Guillermo le había avisado que ya estaba dentro, por lo que compró su entrada y la de la cachorra antes de adentrarse y comenzar a buscar a Guillermo. No tardaron demasiado en hacerlo, ya que el omega estaba sentado en una de las mesas del área que conectaba a la entrada, justo a un lado de una tienda de regalos, con el pequeño sentado frente a él.

Lionel no pudo evitar sonreír con ternura al notar como el bebé reía y se abrazaba al cuello del omega, que le besaba la mejilla de manera exagerada y luego repetía la acción.

—Tío

—¿Dime…?—Cuestionó sin dejar de ver la interacción de padre e hijo, enbobado en lo lindo que se veían y sin notar los objetos alrededor.

—¡Aguas! Vas a—Su frente chocó con un poste bruscamente, logrando que girará el rostro por el dolor tan fuerte. El impacto había sido tan fuerte que por un minuto pareció ver estrellas.—¡Te lo dije! ¿Estas bien?

Se llevo una mano al rostro, sobándose la frente al cerrar los ojos y agachándose en su lugar para esperar a que pasara el dolor. Escuchó unos pasos apresurados dirigirse a él y alzar la mirada, la luz iluminó los castaños orbes y el cabello rizado del ángel frente a él, sacándole un suspiro. Guillermo frunció el ceño ligeramente, sus cejas hundiéndose y dándole una expresión preocupada.

—¿Estás bien, Lionel?—Le preguntó en voz suave, su dulce tono hizo desastres con el corazón de Lionel, mientras su lobo aullaba, moviendo la cola emocionado por la atención que estaba recibiendo—Ay incluso te quedó un fregadazo en la frente.

—No es n-nada, solo venía distraído—Explicó rápidamente, levantándose de su lugar y sonriendo ampliamente—¿Ves? En perfecto estado.

Le vio hacer un leve puchero que estrujo su corazón, y sintió sus dedos acariciar su frente con delicadeza, los ojos del omega brillando con preocupación. Eso hizo que se sintiera mal, porque no quería preocuparlo, pero ahí estaba, haciendo el papel de pelotudo, como siempre.

—Compremos algo frío antes de subir a algo, tengo una sabanita que puede servir para ponerte hielo—Incluso cuando trató de negarse, el omega no lo permitió, haciéndolo sentar en aquella mesa que había estado ocupando hasta que pudo colocar hielo en su golpe—¿Mejor?

—Sí, gracias.

—No hay de qué. Por cierto, hola Susu—Se inclinó para saludar a la pequeña, Kevin soltó una risita al verla y tras dejarlo en el suelo tomó las manos de la cachorra.

—Hola Memo, ¿Mi tío esta bien? ¿No debemos llevarlo al hospital?—El omaga negó levemente, con una sonrisa pequeña—Papá dice que cuando nos damos en la madre hay que ir a los hospitales.

—Oh, pero lo del tío Lio no es tan grave, probablemente solo deje un moretón, y para ellos no es necesario ir.

—Sale y vale.

Tras esperar unos minutos, comenzaron su travesía en el parque de diversiones, escogieron primero las atracciones en las que podían llevar al pequeño, iniciando con una donde había unos pequeños aviones que se elavaban y daban vueltas, pero no termino tan bien porque Kevin estalló en llanto y tuvo que ser consolado por Guillermo al bajarse.

—¿Y si subimos a los trenes? Ahí se pude subir con adultos, así puedes ir con el.—Recomendó Lionel, Azul a su lado observaba la lista de demás atracciones con curiosidad. Guillermo, que estaba sobando la espalda del bebé que había dejado de llorar pero seguía inquieto, asintió levemente. Hiecieronna corta fila antes de subirse, esa atracción pareció encantar al pequeño, que soltaba carcajadas con cada vuelta.

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⏰ Última actualización: Jul 02 ⏰

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